Los jóvenes de Vichada empiezan a emocionarse con el voto
A menos de un mes de las elecciones presidenciales, el periódico El Morichal de la Beca 070 le preguntó a varios jóvenes del departamento del Vichada –la mayoría indígenas, y con permiso para votar desde los 12 años por autoridades de sus comunidades– qué tan cercanos se sienten al proceso electoral. Estas son sus respuestas.
*Esta publicación hace parte de la Beca 070 para cubrir las elecciones
Vichada, un departamento cuya grandeza territorial es proporcional a su desconexión con el resto del país, es el cuarto territorio con mayor población entre los 15 y 29 años de edad, según el Dane. En la tierra donde nace el sol que alumbra a Colombia hay, de acuerdo con el censo del 2018, 76.642 habitantes, de los cuales, el 29 % tienen entre 15 y 29 años. Más de la mitad, además, son indígenas (13.155 jóvenes). Sin embargo, durante las movilizaciones del estallido social de 2021 este fue, tal vez, el único departamento donde la protesta de los jóvenes no estuvo presente.
Tampoco son particularmente activos en la participación política, una tendencia similar a la que se vive en el resto del país. Los resultados de las pasadas elecciones de consejos locales de juventud en Vichada, donde el abstencionismo fue del 88 %, son un ejemplo. De los 21.160 votantes habilitados solo 2.512 sufragaron. Un resultado similar a la votación que tuvo esta elección a nivel nacional.
Aunque el futuro del país está en juego en las elecciones presidenciales de fin de mes, eso no parecen saberlo los jóvenes en Vichada. Su desconexión con la política es visible incluso en entornos locales. Esto, a pesar de que buena parte de los jóvenes indígenas del Vichada pueden votar por las autoridades de sus comunidades desde los 12 años.
Arelys Gómez -una joven de 14 años que vive en Vichada- no tenía ni idea sobre quiénes son los candidatos a presidente. Tampoco se sabía el nombre de Iván Duque.
Para ella, una indígena piaroa, la política nacional es casi tan desconocida como los procesos organizativos de su comunidad: el resguardo Cachicamo, que se encuentra localizado en la inspección de Garcitas (Puerto Carreño, Vichada) y tiene una población de 205 habitantes, distribuidos en 46 familias.
Por su edad, Arelys no puede participar en los procesos electorales del país. En su comunidad, donde sí tiene ese derecho, no lo ha ejercido.
“No conozco bien que es eso de elecciones, no sé todavía de esa parte y hasta ahora no he participado en la elección de mis autoridades indígenas, pero mi familia sí lo hace”, le dijo a El Morichal. “A mí me gustaría participar, sería divertido conocer la opinión y propuestas de la autoridad, es decir, lo que hablan, y entender un poco a las personas que hablan nuestro idioma”, manifestó la adolescente.
Para las comunidades indígenas la participación política y organizativa es fundamental. Dependiendo de cada reglamento interno, los comuneros pueden empezar a votar en las elecciones de sus cabildos y gobernadores a partir de los 12 años.
En algunas comunidades indígenas, como las del Cauca, es común ver a los más jóvenes involucrados en roles activos en el marco organizativo, integrando, por ejemplo, las guardias indígenas o abanderando causas de la defensa del territorio.
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Sin embargo, en pueblos indígenas de la Orinoquía la realidad es distinta. Eliseo Gallardo Pónare, representante legal de la Asociación de Cabildos y Autoridades Tradicionales Indígenas del Vichada y Orinoco (ORPIBO), dijo que, aunque en muchos resguardos los menores pueden elegir a sus autoridades desde los 12 años, no les “hemos hecho capacitaciones de cómo votar”, precisando que sí han realizado algunas orientaciones “solo cuando nos buscan”.
Fortalecer la parte organizativa requiere de recursos y las organizaciones indígenas locales no los tienen. “No tenemos recursos para trasladarnos a las comunidades y a veces no contamos con el apoyo de las instituciones que hacen vida acá, no contamos con los recursos para hacer actividades como capacitaciones”, dijo Gallardo.
“Mi papá sí participa en las elecciones del cabildo. Yo me quedo siempre en casa cuidando a mis hermanos, mi mamá me dice que vaya y participe, pero no me gusta ir porque no sé cómo participar”, explica Gómez.
Eso se debe, probablemente, a que los usos y costumbres de los pueblos indígenas han sido permeados por la cultura de occidente. “El proceso logístico de elegir anteriormente era por unanimidad de la comunidad, pero por culturas ajenas los compañeros ahora usan las urnas, se ha venido perdiendo la tradición por esas políticas que se han venido metiendo en nuestras culturas indígenas”, explicó Gallardo.
Hay dos figuras tradicionales que las comunidades indígenas eligen cada año: los capitanes y gobernadores. El primero representa una comunidad y el segundo al resguardo.
“Para el tema de capitán, siempre por sus usos y costumbres se han destacados los mayores, sabedores, que conocen la historia como se viene trabajando y conocen las vivencias de cada territorio ancestral”, explicó Jeovani Gaitán, un joven amorúa.“Yo he participado desde los 12 años. Cuando hablan ellos a mí me gusta participar porque uno agarra buen conocimiento, uno aprende a hablar como líder y se le quita la pena”
La manera de elegir a las autoridades es autónoma y puede variar de un resguardo a otro. En el caso del gobernador, por ejemplo, tradicionalmente se hace por unanimidad en una asamblea general, explicó Gallardo.
Producto de la elección se levanta un acta que se entrega en la alcaldía municipal, para que “el alcalde haga un registro y reconocimiento de las autoridades indígenas electas”, explicó el representante de Orpibo.
Un caso de participación
Un caso contrario al de Arelys Gómez es el de Jeovani Gaitán, adolescente amorúa de 16 años de edad, perteneciente al resguardo Caño Guaripa de Puerto Carreño, quien tiene una visión más clara sobre la participación y elección de sus autoridades tradicionales.
“Yo he participado desde los 12 años. Cuando hablan ellos a mí me gusta participar porque uno agarra buen conocimiento, uno aprende a hablar como líder y se le quita la pena”, dijo Gaitán. “Me gusta mucho porque hablan de los resguardos y sus proyectos para la comunidad”.
“Mis capitanes y autoridades se eligen por votos. Como allá hay varias comunidades que están lejanas, nosotros todos nos reunimos y ahí hablan de los cabildos que con quien vamos a votar, nosotros votamos por números 1 y 2”, explicó Gaitán.
Gaitán cree que su voto puede contribuir a que en su comunidad se corrijan las irregularidades que se estén presentando. “He participado como estudiante, con mis ideas. Mi mensaje es que participen todos, nosotros como jóvenes también tenemos palabras”, precisó.
El joven amorúa destaca que dentro del proceso político interno se afianzan los lazos de comunidad porque “los líderes hacen mucha comida, los cabildos compran pescado para hacer una sopa grande y hablan sobre el cuidado del medio ambiente y los proyectos que benefician al resguardo”.
“Cada vez que participo me siento asustado, porque yo cuando voto es que voy por una persona, estoy pendiente de que gane mi cabildo”, aseguró el adolescente. En cuatro años, cuando Gaitán tenga 20, podrá pasar de votar en su comunidad a elegir por primera vez un presidente. “Yo sí quiero votar”, aseguró.
Para el representante de Orpibo, es de vital importancia que la juventud indígena conozca, participe y se empodere de estos procesos electorales. “Ellos forman parte fundamental en todos los procesos, somos ciudadanos colombianos y estamos en el derecho de participar, que la juventud participe, eso es lo que queremos apoyar desde la organización”, dijo.
Arelys Gómez quiere empoderarse más en los temas de la comunidad. “Me gustaría ser más adelante una capitana, para ver como es el proceso, el proyecto de ser cabildo o capitana de mí comunidad”, aseguró.
La emoción de votar por primera vez en las presidenciales
En Vichada las campañas presidenciales son incipientes, hay poca o ninguna publicidad, no hay sedes de campaña ni manifestaciones públicas; las elecciones locales son las efervescentes. Por eso, la visita de Gustavo Petro el pasado 2 de abril fue todo un acontecimiento.
Después de la consulta del 13 de marzo, el candidato del Pacto Histórico reinició sus discursos en plaza pública recorriendo los cuatro puntos cardinales del país: La Guajira en el norte, Puerto Carreño en el oriente, Leticia (Amazonas) en el sur y Tumaco (Nariño) en el occidente.
Ese primer sábado del mes pasado había expectativa en Puerto Carreño, capital de un departamento que lleva dos décadas votándole al uribismo. Al final, los promotores del petrismo le entregaron a su candidato el parque Santander con suficiente gente, en su mayoría indígenas, como para poder decir que en Vichada la preferencia electoral está cambiando.
Allí estaba Jorge, un sikuani de 18 años recién cumplidos, habitante de uno de los asentamientos de Puerto Carreño, de quien no daremos su apellido porque así lo solicitó, para ver y oír a Gustavo Petro dando su tradicional discurso, en el que hablo de tierra para las vichadenses, una universidad para esa capital y un ferrocarril para la región.
Petro es un político de carreña, mañoso, dicen en el llano. En cambio Jorge apenas empieza a conocer de las pasiones que genera en la mayoría el derecho al voto. Está emocionado por tratarse de unas presidenciales.
“Me inscribí y me siento bien emocionado para votar para elegir presidente. Quiero marcar la diferencia con mi voto, para el beneficio de todos los de aquí de Carreño”, dijo, mientras el animador en tarima pedía arengas a los asistentes.“Me inscribí y me siento bien emocionado para votar para elegir presidente. Quiero marcar la diferencia con mi voto, para el beneficio de todos los de aquí de Carreño»
Ronald, de 19 años y primivotante, fue otro de los indígena que llegó al parque. “Vine a verlo y ver qué es lo que propone”, dijo con timidez.
Jorge y Ronald reconocen que su comunidad sufre de todos los males: no hay acueducto ni alcantarillado, no hay electricidad ni internet; pero está convencido de que su voto puede y el de los demás, pueden ayudar a cambiar esa realidad.
“A los jóvenes que como yo van a votar por primera vez, que se animen, su voto puede ayudar”, dijo Jorge.
Tal vez, como respuesta a la escena del petrismo en el corazón de Carreño, los promotores de la campaña de Federico Gutierrez, afines al gobierno departamental, realizaron una escuálida caravana el pasado 29 de mayo, en donde no hubo indígenas y la mayoría de participantes eran personas adultas, profesionales de 30 años en adelante, que trabajan en entidades gubernamentales. Se trata de gente que se mueve motivada por conservar su empleo en un territorio donde el 95 % de las personas se emplea de manera informal.
Los pueblos indígenas en Puerto Carreño
En Puerto Carreño hay presencia de indígenas de las etnias amorúa, sikuani, sáliva, puinave y piaroa. Los resguardos legalmente constituidos en el Municipio son Guacamayas Maipore, Caño Guaripa, Caño Hormiga, Caño Mesetas Dagua y Murciélago, Piaroa Cachicamo y Kanalitojo.
En la capital vichadense también existen cinco asentamientos rurales con medidas cautelares: Wasapana Dagua, La Mayera, Morichalito, Roncador, Inga Casuarito. Dentro del casco urbano, se contabilizan alrededor de 23 asentamientos indígenas urbanos denominados por la administración municipal como “irregulares o no autorizados” por establecerse en sitios de riesgo ambiental, no aptos para la habitabilidad y construcción de edificaciones, y por ende no poseen el reconocimiento por parte del ministerio del interior, ni de la administración municipal.