Vichada: dos masacres para no olvidar
La crueldad del conflicto que ha vivido el país también tocó a los pobladores de Vichada. A finales del siglo pasado con la incursión de grupos paramilitares, que se disputaban el poder territorial con el Frente 16 de las Farc, principalmente en los municipios de Cumaribo, Santa Rosalía y La Primavera, dos inspecciones fueron víctimas del horror que significa presenciar una masacre. Así lo permite entender el informe del Centro Nacional de Memoria Histórica llamado “Violencia paramilitar en la Altillanura: Autodefensas Campesinas de Meta y Vichada”.
Masacre de Puerto Oriente, Cumaribo (Vichada), 1998
Puerto Oriente es una vereda del municipio de Cumaribo (Vichada). Dada su proximidad a la frontera con el Meta, es un lugar de tránsito entre los departamentos y un lugar importante para el tráfico y comercio de pasta base de coca, actividad que era regulada desde los noventa por las FARC, lo que imposibilitaba a los paramilitares penetrar en esta zona del Vichada.
Pero el 5 de julio de 1998, dos días después de la segunda masacre en la vereda Tillavá (Puerto Gaitán, Meta), paramilitares de las Autodefensa Campesinas de Meta y Vichada (ACMV) con apoyo del Bloque Centauros y las Autodefensas Campesinas de Casanare, entraron por el río Planas y ejecutaron una de las masacres más emblemáticas en la región.
El Portal Rutas del Conflicto señala que aproximadamente 200 paramilitares ingresaron a Puerto Oriente el 5 de julio de 1998 y asesinaron a cerca de 17 personas que estaban por cruzar el río en un planchón. Fueron recuperados once cadáveres, algunos de los cuales no pudieron ser identificados: Entre las víctimas se encontraban dos menores de edad de 14 y 15 años. Varios fueron descuartizados y otros arrojados al río Planas cuya corriente confluye con el río Vichada. Tres de los once cadáveres no pudieron ser identificados. El hecho ocasionó el desplazamiento de más del 70 por ciento de la comunidad (Rutas del conflicto, s. f. Masacre de El Planchón).
La población de Planas relata que los paramilitares se situaron en las inmediaciones del puerto al que llegaba el planchón por el que se cruzaba el río Planas. Cuando interrogaban a algunos habitantes e inspeccionaban la zona, una pequeña embarcación proveniente de Vichada se acercó a la orilla y los paramilitares dispararon indiscriminadamente contra sus pasajeros.
Por medio de esta incursión los paramilitares buscaron disputar el control territorial al Frente 16 de las FARC. Para ese momento, el río Planas era una frontera social para los actores armados: en el lado del Meta quienes ejercían control eran los paramilitares y en el Vichada era la guerrilla, lo que contribuyó a que la población que habitaba esta zona fuera señalada como colaboradora de los grupos armados antagónicos. En un ejercicio de contribución voluntaria realizado en la vereda de Planas, cercana al río, habitantes dijeron: Pero eso era por la misma vaina, que: “Usted le ayuda a la guerrilla, que usted es colaborador, que usted no sé qué”, entonces por eso era la guerra. Claro, si se pasaban del planchón pa’llá era guerrilla, si era pa’cá, éramos estos (CNMH, Contribución voluntaria, vereda Planas, 2017, 31 de marzo).
En contribución voluntaria, un excomandante de las ACMV afirmó que, al llegar al río integrantes de las ACC, comandadas por Chorote, mataron a un hombre joven que se encontraba en una tienda y a una mujer embarazada, lo que confirma el asesinato indiscriminado contra civiles como estrategia de violencia paramilitar.
Masacre de San Teodoro (Vichada), 1999
El 3 de mayo de 1999, las ACMV junto con el Bloque Centauros y las ACC cometieron una masacre en el corregimiento de San Teodoro, municipio La Primavera en Vichada, en el marco de la disputa con las FARC, y con la excusa de dar de baja a dos integrantes del Frente 16 de las FARC, conocidos como Narices y Napo. Además, asesinaron cuatro personas de la población civil.
El 3 de mayo entraron a San Teodoro. Al mediodía, mientras los habitantes del pueblo se reunían para recibir materiales de construcción enviados por el Gobierno, llegaron súbitamente cerca de 200 hombres armados en camionetas y volquetas.
Los paramilitares atacaron en el momento en que alias ‘Narices’ y otro guerrillero se encontraban en el caserío. Los persiguieron y los asesinaron al igual que a otras cuatro personas, entre ellos a Eduardo Ríos, presidente de la Junta de Acción Comunal por reclamarle a los ‘paras’ el asesinato de su sobrino ese mismo día.
José Baldomero Linares ex jefe paramilitar afirmó en versión libre que ordenó la incursión a San Teodoro después de recibir información sobre la presencia de la guerrilla en el corregimiento; reconoció también el asesinato de civiles y la coordinación entre los tres grupos paramilitares: Esa fue una operación relámpago por una información que nos dieron en Puerto Gaitán (Meta), de que en San Teodoro estaba la subversión.
Llegamos a la zona entre las nueve y diez de la mañana, nos ubicamos en la parte alta y los tres grupos hicimos avanzadas y empezamos a disparar contra el caserío. Mucha población salió corriendo. (…) A un señor y un menor que movilizaban en una motocicleta, los mataron. Solo porque el señor dijo que era el presidente de la junta de acción comunal y al joven porque dijo que él era su tío. Alias ‘Chorote’ (del grupo de Los Buitrago) mató al señor porque de pronto lo vinculó (con la subversión) y al joven para que no quedaran testigos (Verdad Abierta, 2011).
En estos hechos fueron asesinados Eliécer Gasca Polanco, Luis Eduardo Ríos (líder comunitario) y su sobrino Erik Jonathan Ríos Pérez. Además, los paramilitares marcaron las casas con la intención de señalar a la población como colaboradora de las FARC, y saquearon sus propiedades: Los hombres armados escribieron mensajes alusivos a las autodefensas de las ACMV y mensajes amenazantes en contra de la subversión en las paredes de las casas, dispararon sus armas de fuego en esos mismos lugares y se apropiaron de diversos bienes y enseres, sustraídos especialmente del establecimiento comercial de propiedad de Uriel Moncada Infante, entre ellos, ropa, licor, mercado, enlatados y dinero en efectivo.
Esta masacre ocasionó el desplazamiento de varios habitantes de San Teodoro, algunos de los cuales no regresaron a vivir allí. El portal Rutas del Conflicto reseña un testimonio de una mujer sobreviviente de la masacre y quien posterior a los hechos se desplazó a Cumaribo: Todos salimos corriendo.
La incursión en San Teodoro respondió al objetivo de las ACMV de expandirse al Vichada y controlar el tránsito del río Meta. Allí, las FARC mantenían una presencia importante mediante la regulación del tráfico de pasta de coca. En los años posteriores al crimen, las ACMV ejercieron control territorial en San Teodoro, conjugando la violencia con acciones de legitimación.
La mayor parte de las accionesviolentas fueron cometidas en operativos denominados de “rompimiento de zona”,deliberadamente dirigidas contra poblaciones de tradicional controlguerrillero. Por esta razón, las masacres tuvieron un alto contenidoaleccionador que visibilizó la sevicia de la guerra y que afectó física ysimbólicamente la integridad de los pobladores de estas regionesdesestabilizando el orden social y favoreciendo el control paramilitar.
Foto portada: Archivo particular