Un vichadense que no tiene límites

Un trágico accidente laboral ocurrido en Puerto Carreño (Vichada) terminó cambiando por completo la vida de Jhon Franklin Salazar Herrera y la de toda su familia. A los 16 años, Hernández sufrió perdió uno de sus brazos, al quedar atrapado en el rodillo de una maquinaria de asfalto, que realizaba labores de pavimentación en la localidad.

El evento sucedió hace 26 años. A Jhon, oriundo de Cumaribo, le tocó trabajar desde temprana edad para ayudar a la economía familiar, en la crianza de sus cuatro hermanos. Es la historia de muchos jóvenes vichadenses, que por falta de oportunidades sacrifican sus deseos de estudiar y dedican sus mejores años a trabajar para ganarse la vida. 

«Me llamó más la atención el trabajo, entonces boté los estudios y me puse a trabajar”, dice Jhon Salazar. Desde temprana edad aprendió las labores de mecánica, trabajó como guía turístico y fue cotero en el puerto de la ciudad.

“En el año 1996 conocí esta empresa de pavimentación que estaba aquí en Carreño y me dieron la oportunidad de ayudarles. Fue un accidente al limpiar los rodillos que le dan vuelta a la banda transportadora de la máquina de asfalto, la verdad, ese día, yo estaba un poco cansón, haciéndole maldades a los trabajadores”, manifiesta Salazar.

Los recuerdos del accidente están intactos en la memoria de Salazar. Reconstruye el hecho palabra a palabra, como si le pesara la historia. Esas palabras transmiten la sensación de que está vivo de milagro y de que a partir de ese dramático momento, es un vichadense sin límites.

Ese día, Salazar agarró el palustre con su mano derecha y empezó a limpiar. En milésimas de segundo el rodillo le atrapó la mano. Su reacción, sostenerse con la otra mano de un tubo que tenía la máquina. La escena fue horrorosa: la máquina desmembró rápidamente el brazo con todo y omoplato. No quedó rastro de la extremidad. La reacción de Salazar fue salir corriendo, tirarse al suelo y pedirle a Dios de rodillas que le permitiera vivir, tenía mucho susto de cerrar sus ojos. Sentía que la vida se le iba en un minuto.

Lo que vino después fueron diecisiete horas de intervención quirúrgica en el hospital San Juan de Dios de Puerto Carreño, en manos de dos especialistas cubanos. Posteriormente fue remitido a la ciudad de Bogotá, donde estuvo varios meses recibiendo atención especializada, psicológica y asistencia de prótesis, a la cual no se adaptó.

La fuerza mental de Jhon Franklin Salazar Herrera, junto al amor de su familia, lo llevó a entender de inmediato la nueva condición de vida, y que no tener uno de sus brazos no era impedimento para alcanzar las metas propuestas. Para él, el limitarse solo es una condición mental de algunos seres humanos para dejar de hacer las cosas. 

“Yo siempre he sido muy creyente de la vida y muy agradecido con Dios, porque mi vida ha sido buena. A pesar de todo, he tenido una vida con mucha suerte, digámoslo así. He conocido gente maravillosa, amigos que lo han dado todo por mí” explica Salazar, quien se describe como una persona sociable, sencilla y de sentimientos nobles.  

Hoy día, este hombre vichadense de 42 años de edad, cuenta, que tiene una pensión del seguro social, que fue indemnizado oportunamente y tiene una pensión mensual de por vida por parte de la empresa de donde se generó el accidente, y ha culminado varios ciclos de su vida que tenía pendiente, como terminar sus estudios de bachilleratos, hasta alcanzar un tecnólogo. 

“Cuando empecé a estudiar, el primer año fue duro, porque yo era derecho, pero tenía que aprender a escribir y defenderme con la izquierda, pero los maestros me tenían paciencia, los compañeros siempre fueron muy respetuosos, terminé de estudiar a los 21 año, ya me empiezan a nacer el tema político en el 2012”, resalta Salazar.

Sin prejuicio alguno por su condición física, llegó a ser concejal del municipio de Puerto Carreño en el mandato del entonces alcalde Álvaro Mauricio Londoño (actual representante a la Cámara por el Departamento de Vichada). Aportando varios avances en varios sectores del municipio, incluyendo el de discapacidad.

Jhon junto a su familia.

Salazar ha sido líder social, y durante muchos años, presidente de la Junta de Acción Comunal de la urbanización Villa del Carmen, en donde vive actualmente junto a su esposa  Maryuri Quiñones y su pequeña Liat Samara.

“Yo nunca lo he visto como una persona discapacitada, lo veo normal. Para mí él es un ejemplo, es muy completo en todo”, dice Maryuri Quiñones, y agrega que Jhon le ayuda en las labores del hogar y en la atención y cuidados con su hija de cuatro años de edad.

A Jhon le gusta la pesca y la natación. “He sido muy admirado por como nado con un solo brazo, soy muy bueno nadando. Pescando he sacado pescados de 4 kilos con una sola mano, coloco el nailon en la boca y aprieto, claro eso me ha quebrado los labios hasta por quince días, pero es una gran experiencia. No es fácil, pero lo bonito es poder hacerlo uno mismo, eso me llena de felicidad”, dice.

Jhon es auxiliar contable y en la actualidad trabaja en la Registraduría Nacional. “Lo más bonito de esta entidad pública es que uno aprende de todo, he aprendido a cómo se hace un trámite de cédula, de tarjeta de identidad, un trámite de registro civil. Ahorita en estos momentos me encuentro en inscripción de ciudadanos para el cambio de domicilio para que puedan votar y no pierdan el derecho al voto”, detalló.

EL MORICHAL habló con los vecinos más cercanos del “Zurdo”, como llaman afectuosamente a Jhon, para conocer su reflejo en la comunidad que lo rodea, y solo recogimos palabras de admiración y respeto hacia él.

“Vengo esporádicamente, pero lo conozco prácticamente de toda la vida, es muy buen vecino, es una persona que admiró y a pesar de su discapacidad es muy hábil”, dice Luz Dary Curbelo. “Él lleva a su hija al colegio, hace aseo, trabaja, maneja moto y nunca se ha limitado en nada, es una persona echada para adelante, todo lo que tiene se lo ha ganado, su condición lo ha proyectado a ser mejor persona”.

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