Puerto Carreño: un acto de “justicia por mano propia” que pudo terminar en tragedia
Durante la noche de este 20 de agosto se presentó un hecho que pudo terminar en tragedia, producto, aparentemente, de la inseguridad que se vive en algunas zonas de la ciudad de Puerto Carreño (Vichada).
Eran aproximadamente las 8:00 de la noche cuando un grupo de hombres que se movilizaban en tres motocicletas llegó hasta el asentamiento indígena que se ubica en la manga de coleo, a reclamar por el robo de un teléfono celular. Eran cuatro sujetos de civil, según relatan los nativos, armados cada uno con una pistola.
Los hombres acusaban a los indígenas de un hurto que momentos antes había ocurrido en el sector. Decían que unos delincuentes abordaron a un anciano, lo agredieron físicamente y lo robaron, y posteriormente huyeron a través la manga de coleo, un sector que carece de alumbrado público.
“Nos están atacando sin ser responsables de la delincuencia desbordada, nosotros no somos los delincuentes. Los que le hicieron eso a ese señor, son otros, ellos brincaron para la manga de coleo y como esta oscuro, estos creyeron que eran uno de aquí y no es así”, dijo Yaritza Pulido, capitana indígena del asentamiento.
Sin mediar palabras, los hombres armados llegaron hasta los cambuches donde habitan los nativos. Los encañonaron para exigir la entrega de los delincuentes.
“Apuntaron a varios hombres nuestros, a una mujer que tenía un recién nacido en brazos. A un discapacitado que estaba dormido en su chinchorro le dijeron: ¡parece o le mato! A mí me dijo, ¡mire, cayese o si no le tiro, voy a matar como a diez personas! Sentimos miedo”, relató la mujer.
Pero la respuesta de los indígenas fue inmediata. Sacaron sus machetes y flechas para defenderse. “Los rodeamos y no se atrevieron a disparar, pero nos dijeron que regresaban a media noche otra vez. Ellos también cargaban unas varillas de hierro”, dijeron.
Los líderes indígenas de esa comunidad precisaron que los están relacionando con un hecho que no cometieron. No son delincuentes, aseguran, pues viven de la recolección de chatarra para vender, y de la caridad de algunas personas que le brindan ropa y comida.
“No le robamos a nadie. Cuando no tenemos nada pedimos comida, ropa de la gente, pero no robamos a nadie”, manifestó Pulido.
Posterior al suceso, el cuadrante de la Policía Nacional se presentó al lugar del acontecimiento, pero se marcharon rápidamente.
La comunidad asentada en la manga de coleo denuncia que a diario observan pasar personas al final de la manga, que van a consumir sustancias alucinógenas, situación que imprime temor en los niños y niñas indígenas. “Nosotros corremos peligro”, dijo la líder.
A pesar de ser la primera vez que ocurre un hecho como este, la comunidad adyacente a la manga de coleo exige a las autoridades competentes mayor atención frente al caso, crear unas políticas de reubicación con garantías para esta comunidad y la iluminación urgente de todo el sector, ya que solo así, se evitaría este tipo de situaciones.