Fundación Yáhui: La historia de Luis y Erika, salvadores de animales en Puerto Carreño
Por Daniela Parra Sierra
Luis Fernando Herrera, mejor conocido como ‘El Mohan’, es un hijo del Orinoco que desde que tiene memoria siente un gran amor por los animales, lo que lo ha llevado a dedicarle su vida a ayudar a los más vulnerables. Un hombre característico por su larga barba y estilo desaliñado que desde siempre ha vivido en el Puerto, lugar donde vende sus artesanías y el punto de encuentro de varios perritos de la calle que llegan en búsqueda de amor y alimento.
En esta doble labor, hace once años se le une Erika Gómez, una licenciada en biología que por azares de la vida laboral termina llegando a Puerto Carreño, y en este mismo afán por preservar la vida animal conoce a Luis.
“Cuando conozco a Luis, veo el trabajo que él hace, al punto de rescatar y entregarse. Mejor dicho, nunca (nunca) me imaginé mi vida así, pero a raíz del trabajo que hacía Luis de rescate, él siempre alimentó a los perritos, siempre que ve perros vueltos nada se los llevaba al veterinario, empezamos este trabajo en equipo”, relata Erika mientras Luis atiende a personas que llegan a su local comercial a pedir ayuda para el rescate de un perrito de calle que se encontraba en difíciles condiciones de salud.
Ellos se han convertido en el referente animal en el municipio, por eso, diariamente llegan personas solicitando ayuda para el rescate o protección de animales, no solo domésticos, también fauna silvestre, donde han tenido la oportunidad de liberar del cautiverio a pumas, nutrias, serpientes, dantas, tortugas, cualquier tipo de aves, entre muchos otros seres que terminan siendo entregados a la entidad ambiental competente que decide a dónde se ubican.
Su trabajo con los animales termina siendo tan significativo que hace dos años, Sonia López (una habitante de Puerto Carreño) se acerca a Erika contándole que se debería crear una fundación que respalde el trabajo que se ha realizado en este entorno, y es ahí donde nace “Huellitas de Amor” en Puerto Carreño.
En 2023, Erika se convierte en la representante legal y Luis el suplente de la Fundación con el ánimo de escalar: “no digamos como ser reconocidos, de pronto de exigir”. Mismo año donde tomaron la decisión de cambiar el nombre a Fundación Yáhui, donde seguirán trabajando por preservar la fauna silvestre y doméstica.
El Puerto es el punto estratégico para la entrada de tráfico de fauna, es una constante ver pasar personas ofreciendo animales y es ahí donde empieza el trabajo de esta pareja, en la búsqueda de proteger y preservar la vida animal, denunciando estos actos, sin embargo, muchas personas compran los animales que luego son entregados a ellos para su posterior liberación, con la mejor intención, pero esto fomenta el mercado del tráfico considerándolo una fuente económica que se seguirá replicando.
No vayan a creer que esta labor es así de simple como liberar a los animales ¡No! Todo lo contrario, es un trabajo de articulación, en el cual entra actuar Corporinoquia como entidad ambiental competente y los encargados de la evaluación del estado del animal. Cuando no se encuentran en condiciones complicadas de salud y pueden subsistir por sus propios medios, los ubican en reservas ambientales cercanas, siendo libres, pero si, por el contrario, presenta problemas en los que un médico veterinario debe intervenir, los trasladan a sus sedes principales.
Buscando salvaguardar la vida de todos los seres, Luis y Erika diariamente trabajan sin ningún reconocimiento. Parte de las ganancias de la venta de artesanías se utilizan con el fin de alimentar y brindar servicios médicos a los animales en condición de calle, una problemática latente en Puerto Carreño.
Según el Plan Nacional de Salud y Bienestar para animales vulnerables, en Colombia para el 2023, más de 3 millones de perros y gatos se encuentran en situación de abandono y a merced de la alimentación que encuentren en las calles o que les sea brindada por la población. Aunque se desconocen la cifra de los animales en situación de calle en Puerto Carreño, la problemática es evidente, perros y gatos alrededor de todo el municipio. No solo están sin hogar, sino que además son maltratados.
Erika, orgullosa de contarnos las iniciativas de Luis por brindar bienestar a los más vulnerables nos recalca que: “Era algo que hacía Luis de corazón. Nunca con un propósito, obviamente mucho menos monetario, pero él tampoco nunca se imaginó formalizando”, haciendo referencia a lograr contar con una fundación, gracias a la ayuda jurídica les informa que existe la ley de 2054 de 2020:
“La presente ley busca atenuar las consecuencias sociales, de maltrato animal y de salud pública derivadas del abandono, la pérdida, la desatención estatal y la tenencia irresponsable de los animales domésticos de compañía, a través del apoyo a refugios o fundaciones legalmente constituidas que reciban, rescaten, alberguen, esterilicen y entreguen animales en adopción, mientras los distritos o municipios crean centros de bienestar para los animales domésticos perdidos, abandonados, rescatados, vulnerables, en riesgo o aprehendidos por la policía”.
Quiere decir que, cuando el municipio no cuenta con un Centro de Bienestar Animal, este puede apoyar a fundaciones para el cuidado y protección de los derechos de los animales.
Con este sustento jurídico ellos buscan exigirles a las instituciones hacer valer la vida animal. La primera acción de la Fundación fue en el 2022 cuando le solicitaron a la Alcaldía de Puerto Carreño la creación de la Junta Defensora de Animales, que se constituyó con el Decreto 08 de 2022, pero solo hasta este año fue que se le reconoció personería jurídica a la Junta por medio de la resolución 434 del 2024, con el propósito de empezar a organizar este tema animal para definir los compromisos y acciones a realizar por parte de Alcaldía y la Gobernación.
Mientras Erika nos expone todos los avances del trabajo para normalizar la situación animal en Puerto Carreño, una manada de perros llega a la entrada de artesanías El Mohan para reclamarle a Luis por su segunda comida del día, puesto que todos los días en la mañana y en la tarde, él los alimenta. Alimento que trata de conseguir con la generosidad de algunos habitantes que creen en la labor que ellos realizan y otra parte sale del bolsillo de este hogar.
Ya perdieron la cuenta de cuántos animales han tenido la fortuna de ayudar, pero dentro de los cálculos sólo en lo corrido del 2024 más de 150 perritos han pasado por las generosas manos de esta pareja.
Diariamente encuentran animales en la calle en terribles condiciones que deben ser revisadas por un veterinario, enfermedades, desnutrición, golpes; infinidad de situaciones que se atienden, por lo cual, han hecho uso de las redes sociales para mostrar las necesidades de cada caso y así encontrar padrinos que quieran acoger a estas mascotas con ayudas económicas para los tratamientos y alimento que al final quedan al cuidado constante del Mohan, como ‘la abuela’, una de las perras más ancianas que rondan las calles del Puerto. Luis la tiene en constante vigilancia, puesto que ella posee una cantidad de enfermedades internas y de piel, pero con los cuidados necesarios, medicinas y el amor que le brindan, esta mascota lleva una vida sin complicaciones, fue la primera en salir detrás para pedir su segunda comida del día. ‘La abuela’ lleva varios meses con un padrino que mensualmente se encarga de enviar una pequeña cuota que ayuda en los gastos que ella acarrea.
“Son contadas con la mano las personas que apoyan con algo, aquí no hay esa cultura de que apoyemos esta causa. La mayoría de las ayudas vienen de afuera, esas personas confían más que los mismos que lo ven a uno todos los días. Es triste. No hay solidaridad. Son pocas las personas que colaboran, pero todavía falta trabajar en la conciencia, ¡sí!, concienciar a las personas”, son las palabras que menciona con desánimo Erika al preguntar por el apoyo que reciben.
Ambos se han propuesto realizar de talleres ambientales en los colegios desde el próximo año, puesto que son los niños la generación más consciente y con más empatía por los animales, ellos terminan educando a sus padres en el tema del cuidado animal y de paso promover la adopción y esterilización, que es la única salida para evitar tanta mascota en situación de calle. Mientras vigila a los perros que habitan las afuera de su local, Luis, comenta: “Nos dimos cuenta de que los que realmente venían hacernos donaciones de comida eran los niños, diciéndole a los papás y los mismos papás nos contaron que ellos venían porque sus hijos les dijeron, -yo estoy acá es por mis hijos-. Aquí estamos en una etapa de la vida donde los niños, le están enseñando los papás, que hay que proteger estas criaturas vulnerables”.
Una de las mayores dificultades con el tema de ayudar es que la misma gente les impone cargas, en vez de ayudarlos, en muchas ocasiones les han exigido cumplir con un rol que no les corresponde, pero con el mayor amor lo realizan. “La mayoría de gente cree que como somos una fundación nuestra obligación, era de ir a recibir el animal o de operarlos”.
Son felices con la cantidad de animales que han ayudado, más un hogar compuesto por siete gatos y seis perros, ellos nacieron para servir a los que más lo necesitan, esos que la mayoría ignoran.
En medio de todo, lo que piden es empatía por estos seres sintientes que solo tienen mucho amor por ofrecer, que deberían morir de viejos y de ser posible con una familia que los ame incondicionalmente. Son tantos los casos que han presenciado donde los atropellan solo para hacerles daño, que personas los golpeen, que los abandonan a su suerte como si fueran basura.
En los meses de lluvia se presenta un fenómeno que Luis denominó ‘los perros del invierno’, porque en esta época el Puerto se llena de perros que antes no rondaban por ahí. Esta problemática se presenta por las familias que viven en las vegas de los ríos, que en época de lluvias deben abandonar esta zona y volver al casco urbano de Puerto Carreño, en medio del trasteo llegan con sus mascotas que cuidaban la vega, y son abandonados a su suerte porque ya no tienen donde ubicarlos. Hace unos meses, en medio del Río Bita fue encontrada una perrita con su cachorra nadando desesperadas porque no encontraban tierra firme, por suerte Erika junto a su equipo de trabajo iban por la zona donde pudieron recatarlas, sin saber cuántas horas llevaban nadando y sin probabilidades de que salieran del río con vida, a lo que pudieron deducir que estas son otras víctimas de los perros del invierno dejándolas en la vega que ya no habitan sus antiguos dueños.
A inicios de año tuvieron la oportunidad de ser parte del proceso de la pareja de nutrias que llegaron a la reserva Bojonawi, que se encontraron en cautiverio. Allí se formaron de manera libre. Según la información que Erika buscó para tener más referencias del cuidado de las nutrias, este puede ser el primer caso en el mundo de una recuperación exitosa en este estado natural, solo con el amor y paciencia que les brindaron, ellas lograron solas aprender a vivir en su hábitat natural, hasta el día que consiguieron pareja y tomaron su propio rumbo, abandonando la Reserva que fue su hogar por varios meses.
“Pues yo siempre utilizo un dicho que decía la Madre Teresa de Calcuta que -si no nacimos para servir no servimos para vivir- y aquí la comunidad de Puerto Carreño necesita es crear un poco más de empatía este sufrimiento hacia estos animales, no solo los animales, también los bosques cuidar preservar porque si nosotros no conservamos la vida, quién la conservar inculcarle eso a nuestros hijos a proteger a al animal indefenso es para que este planeta pueda tener un futuro mejor, no dejar de dejarle mejor dicho antes de que nosotros nos mudamos dejarlos mejores hijos a este planeta porque así como vamos no vamos para ningún lado”, son las últimas palabras de Luis, antes de cerrar su local cayendo la noche.