
Embarazo adolescente, un problema de todos
Por Sofía Salgado Parra*
El embarazo adolescente, se produce entre la pubertad y el final de la adolescencia – según la OMS, hasta los 19 años de edad –, es un fenómeno que Colombia y el Vichada deben abordar de manera contundente, puesto que representa un problema de salud pública con efectos sociales en cadena.
En 2023, según cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), se registraron 515.549 nacimientos en todo el país. De estos, 3.818 correspondieron a niñas entre los 10 y 14 años, y 77.917 a adolescentes entre los 15 y 19. En el caso del Vichada, la situación es especialmente alarmante. Según el Estudio Nacional de Demografía y Salud (ENDS 2022) de Profamilia, mientras que la tasa nacional de fecundidad adolescente es de 41 nacimientos por cada 1.000 mujeres, en este departamento asciende a 72 por cada 1.000. Es una de las tasas más altas del país, muy por encima de regiones como Bogotá (25) o Antioquia (35), donde el acceso a educación sexual y salud reproductiva es más amplio y contundente.
Embarazos adolescentes de 2019 -2023
Fuente: Profamilia “Embarazo en adolescentes en Colombia Observatorio de Salud Sexual y Salud Reproductiva”
Las causas detrás del embarazo adolescente son complejas y múltiples. El embarazo adolescente es producto de la interrelación entre las desigualdades sociales, la falta de oportunidades, las limitaciones económicas, la inequidad de género y el desconocimiento sobre la salud sexual y reproductiva desde edades tempranas. Para Marcela Suazo, directora para Latinoamérica y el Caribe del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), «Son múltiples las causas que pueden contribuir a un embarazo adolescente: el nivel de ingresos, la falta de acceso a la educación, la diferencia en el acceso a los servicios entre las áreas rurales y urbanas.» En medio de estos factores, la limitada disponibilidad de servicios integrales de salud sexual y reproductiva en territorios como el Vichada emerge como un desencadenante clave. A esto se suma la transmisión intergeneracional del embarazo adolescente: si una joven fue hija de una madre adolescente, las probabilidades de que repita ese patrón pueden alcanzar hasta el 66%, perpetuando así ciclos de exclusión y pobreza.
Conocer las causas obliga también a comprender las consecuencias, que se manifiestan tanto a nivel individual como colectivo. A nivel individual, un embarazo en la adolescencia puede acarrear serios riesgos físicos y psicológicos: complicaciones como eclampsia o fístula obstétrica hasta problemas de salud mental como la depresión. El riesgo de mortalidad también aumenta considerablemente, ya que los cuerpos de las adolescentes muchas veces no están preparados para afrontar una gestación. De hecho, a nivel mundial, el embarazo y parto son una de las principales causas de muerte en mujeres entre 15 y 19 años. En términos sociales, el impacto es profundo. Un embarazo adolescente puede significar truncar las posibilidades de crecimiento personal, laboral y económico; muchas de ellas se ven forzadas a dejar la escuela, lo cual frena sus oportunidades de desarrollo socioeconómico, exponiéndolas a situaciones que perpetúan su vulnerabilidad y limitaciones sociales, excluyéndolas de otras oportunidades en la vida.
Desde una perspectiva colectiva, el embarazo adolescente es también una carga para la sociedad. Según el informe “El precio de la desigualdad: Las consecuencias socioeconómicas del embarazo en adolescentes”, de la CEPAL & UNFPA (2023), el costo del embarazo en adolescentes y la maternidad temprana ascienden a 15.300 millones de dólares anuales en el mundo. Este costo, que recae según el informe en un 88% sobre las propias madres jóvenes, también deja un 12% que es asumido por los Estados, representado en gastos en salud durante el embarazo, parto y posparto, por citar solo algunos ejemplos. El embarazo adolescente, además de tener consecuencias para las madres jóvenes, se convierte igualmente en un problema de salud pública que nos afecta a todos.
Costos sobre las mujeres y el Estado. En millones de USD
Fuente: UNFPA, informe El precio de la desigualdad: Las consecuencias socioeconómicas del embarazo en adolescentes y la maternidad temprana en América Latina y el Caribe.
En regiones como el Vichada, las adolescentes que se convierten en madres suelen pertenecer a sectores vulnerables de la población, particularmente a comunidades étnicas como pueblos indígenas o comunidades afrodescendientes. Para ellas, el embarazo y la maternidad refuerzan su situación de vulnerabilidad y limitan aún más sus posibilidades de tener una mejor calidad de vida, superar la pobreza y la desigualdad. Sin embargo, para abordar este fenómeno es importante atender a las particularidades de cada territorio, lo cual permite adoptar un enfoque diferencial en las formas de enfrentarlo. Esto es especialmente relevante, puesto que se ha descubierto que muchas niñas y adolescentes de estos contextos difíciles y vulnerables de Colombia, según el Ministerio de Salud y Protección Social (MSPS) y UNFPA (2023), ven la maternidad como la posibilidad de consolidar un hogar con sus parejas y salir de sus casas, obteniendo así una seguridad económica, social y afectiva.
Frente a este panorama, es urgente avanzar hacia un enfoque territorial y diferencial que tenga en cuenta las realidades culturales, sociales y económicas de cada comunidad. Las políticas públicas deben adaptarse a estos contextos para garantizar el acceso efectivo y sostenido a servicios de salud sexual y reproductiva de calidad, incluyendo educación sexual integral y disponibilidad de métodos anticonceptivos modernos. Las niñas y adolescentes del Vichada merecen información clara, acompañamiento oportuno y herramientas para tomar decisiones libres, informadas y autónomas sobre sus cuerpos y sus vidas. Solo así será posible romper los ciclos de pobreza, desigualdad y exclusión que han marcado a generaciones enteras.
*Este artículo hace parte de la colaboración ente EL MORICHAL y la Fundación Cultural Llano Adentro