El sueño de ‘Paleta’
Cuando el bus llegaba a San Teodoro -una remota inspección del municipio de La Primavera, Vichada-, José López se bajaba corriendo y con un termo sobre una carretilla recorría la calle principal del caserío vendiendo paletas. Desde ese entonces todos lo conocen como ‘Paleta’, con su nombre de pila bien podría pasar en el anonimato.
Para entonces, José no tenía más de 14 años de edad. Las paletas eran otra manera más de rebuscarse la vida, pues su trabajo principal era ser ayudante de un bus que recorría las veces que pudiera -en verano cuatro viajes por mes, en invierno si acaso uno-, los cerca de 450 kilómetros que hay entre Villavicencio (Meta) y San Teodoro.
Por dificultades familiares, López abandonó la escuela, solo cursó hasta sexto grado, para dedicarse a la vida errante. Sus padres se separaron y con su madre sin una fuente sólida de ingreso, se refugió en uno de los buses que de tanto en tanto recorren las vías de Vichada, para llevar unos pesos a su casa.
Era el año 2004. “Mi mamá no estaba muy de acuerdo, pero al ver que no tenía el presupuesto para ponerme a estudiar, entonces decidí ponerme a trabajar”, dijo el joven que actualmente tiene 31 años.
El trabajo ha sido familiar para López. “Antes, cuando tenía 12 años, vivía en el Tolima. Con mi papá vendía empanadas, envueltos, agua y gaseosa en los buses del Guamo -un municipio de ese departamento-”.
Pero terminó viajando al Vichada como ayudante en el bus de un familiar, una actividad de la que no se ha vuelto a despegar. “El primer viaje lo tomaba como un paseo”, recuerda. Al poco tiempo la rutina se volvió insoportable, al punto de llorar de la nostalgia por la vida que llevaba.
“Eso era del amanecer al anochecer ‘boliando’ pala, yo me estaba arrepintiendo porque yo decía: no, esto es muy duro… pero al saber que necesitaba el dinero para el sustento, me tocaba hacerlo”.
Así transcurrieron sus primeros años de vida laboral, yendo y viniendo a San Teodoro, hasta que se hizo mayor de edad. Se convirtió en conductor de bus y cambió el lugar de destino. Ya habían pasado unos cuatro años desde el primer viaje que hizo, corría el año 2008. Ahora viaja para Chupave, Guérima y Puerto Príncipe, una zona del sur del departamento de Vichada que para la época dependía principalmente del narcotráfico.
“Yo llegué un día a recoger a los pasajeros y una señora me dijo: ¿venga, pero dónde está el conductor? –Yo soy el conductor, le respondí-. Usted es muy niño, me dijo”. En esas rutas duró dos años.
En 2008, una úlcera provocada por los malos hábitos alimenticios, propios de quienes se dedican a ese tipo de actividades, lo llevó a estar internado 15 días en el Hospital Departamental de Villavicencio. “En esos viajes no había dónde comer, uno se alimentaba muy mal. Eso me pasó factura”.
Entre 2011 y 2014 López tuvo rutas hacia otros destinos, como El Placer, Cumaribo y Santa Rita, en el municipio de Cumaribo. Luego trabajó con el departamento durante los dos últimos años del gobierno de Andrés Espinosa (2012 – 2015) y los dos primeros de Luis Carlos Álvarez (2016 – 2019), manejando el tracto camión (camabaja) que transportaba la maquinaria amarilla destinada al mantenimiento vial.
A finales de 2015 ‘Paleta’ volvió a tener una recaída por cuenta de la úlcera. Estaba en Cumaribo cuando se complicó. Duró tres días en el hospital local, hasta que fue trasladado a Bogotá. “Vomitaba sangre. Allá me estaban dejando morir y no llegaba el avión ambulancia rápido”, dijo. Finalmente fue llevado a una clínica en la capital del país, donde duró 15 días en una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) y cinco días más hospitalizado.
“Me salvé de milagro”, asegura, y precisa que la enfermedad fue superada en su totalidad.
Como el ave fénix
Cuando José dejó su empleo en la Gobernación de Vichada, entró en una crisis “desesperante”. Vivía en Cumaribo, en el año 2018.
Sin nada qué hacer decidió emprender, primero con un alquiler de lavadoras y luego haciendo ‘chomelos’ -unos masmelos cubiertos de chocolate- para vender en las tiendas. Ambos negocios fracasaron tan pronto como surgieron.
Entonces, se radicó en Villavicencio en donde un compadre le prestó la plata necesaria para comprar el bus que maneja desde 2019. “Tengo mi bus y estoy prestando un servicio, para mi concepto, muy bueno”, indicó.
El camino con el bus de ‘La Macarena’ tampoco ha sido fácil. Empezó viajando para Santa Rita, pero los grupos ilegales empezaron a amedrentarlo. “Yo seguí viajando normal y una vez como a la media noche llegando a Chaparral una moto nos hizo pare. Eran dos personas armadas que me dijeron: nosotros a usted ya le hemos dicho que no puede viajar porque Flota la Macarena no paga los impuestos (la vacuna)”.
Desde ese día no volvió a esa lejana inspección, ubicada a orillas del río Vichada, muy cerca de la frontera colombo-venezolana.
Pese a que las amenazas continuaron, su ruta continuó llegando a la cabecera municipal de Cumaribo, línea que hoy se mantiene.
Todo iba bien hasta que en 2020 apareció la COVID-19. Por la dinámica de la pandemia, López estuvo seis meses sin trabajar, como todos los de su gremio, con el bus aparcado al sol al agua frente a su casa.
Apenas tuvo la posibilidad, José prendió su vehículo para reactivar la ruta que sale los jueves en la noche de Villavicencio y regresa el martes temprano a la capital del Meta. Pese a los riesgos del coronavirus, tocaba trabajar duro porque había deudas que pagar.
Pero el COVID le pasó una factura que no estaba entre las cuentas. A inicios de julio de este año se contagió, se sintió morir. Estuvo 25 días en la cama recuperándose lentamente. “No podía respirar. Yo sentía que sin la máquina de oxígeno yo no podía respirar. Una angustia y un desespero muy tremendo sentir que a usted se le está yendo la respiración”, relató.
Ahora está de nuevo poniéndole la cara a la trocha, a una vía que lleva años esperando una pavimentación que no llega.
José López, ‘Paleta’, también espera con ansias la pavimentación. Cuando eso pase quiere llegar con un nuevo bus a Cumaribo, uno que esté a la altura de las circunstancias.
“Mi sueño es llevar el primer bus tipo ‘Platino’ a Cumaribo. Que tenga aire acondicionado y que sea cómodo, que no tenga nada que envidiarles a esos carros grandes que llevan pasajeros entre Villavicencio y Bogotá”.
Excelente historia
Y que se cumplan tus sueños
Jajajajj que risa ! De verdad que se cree sus propias mentiras, me pregunto por qué no contó que me robo el bus que puse a nombre de el cuando era mi cuñado ! Por qué no nombra a todas las personas que le ha robado y que le debe a punta de mentiras ! Ese tipo es una rata, y ustedes como periódico deberían escudriñar un poquito más a fondo antes de publicar la vida de alguien que tiene un pasado tan oscuro, y con tanta colita que pisar. Yo si se quien es realmente esa rata asquerosa !