
El negocio de la apicultura: el oro líquido
Por Daniela Parra
Hace unos doce años, Ciro Vera, un campesino carreñense, se interesó en las pequeñas, pero importantes abejas, como un modelo de negocio y una forma de aumentar la polinización de sus cultivos en la finca, ubicada a unos 45 minutos de camino, en la vía Puerto Carreño – Cazuarito.
Mucho se ha hablado de las abejas en los últimos años y la importancia de su conservación, para mantener un equilibrio en la naturaleza. Las abejas son fundamentales para la biodiversidad, la agricultura y la supervivencia humana debido a su papel como polinizadoras principales puesto que, son responsables de la polinización de aproximadamente el 85 % de las plantas con flores, lo que permite la reproducción y supervivencia de muchas especies vegetales, además de garantizar la variación genética de las plantas, crucial para el equilibrio de los ecosistemas y la producción de oxígeno.
Y así inició Ciro: un panal, dos panales; hasta convertirse en unos de los mayores productores con abejas en Puerto Carreño. Es conocido por su largo trabajo con la extracción de miel orgánica y buscando alternativas que permitan la conservación natural del entorno y, asimismo, evitar herbicidas y pesticidas.

La tarea no ha sido nada fácil, lo expresa Ciro, ha sido de aprender bastante y sumado a los obstáculos que presentan los pequeños emprendedores, sin embargo, ama su trabajo y eso lo motiva a seguir en este extenso camino.
“No todos hacen el tema de apicultura, y quienes lo hacen saben que están haciendo un aporte ambiental, ahora la pregunta es cuándo será la retribución para los agricultores”, dice Ciro, mientras nos vestimos con un traje apropiado para visitar a nuestras amigas las abejas.
Con un uniforme que nos cubre de pies a cabeza, sin dejar nada de piel a la vista, empieza el recorrido por las colmenas. Solo imaginen el calor que puede sentirse dentro de esos trajes esenciales para la manipulación a estos animales, sumado a las altas temperaturas de Puerto Carreño en horas donde el clima es más fuerte.
Empezamos a caminar entre árboles y pastizales, por distintas zonas de la finca, en donde se encuentran ubicadas unas cajas de madera, que internamente las separa unas rejillas, estas son los panales, el hogar de millones de abejas que producen la miel mientras polinizan los cultivos aledaños. El zumbido alrededor es fuerte y ellas nos observaban mientras invadimos su hábitat.

En el recorrido se recoge el producido, insertan nuevas láminas a las cajas de madera para iniciar el proceso desde cero, de ahí nos dirigimos a la zona de extracción un cuarto que cumplen con los estándares de salubridad, lo que le otorgó a la marca Apiarios La Cristalina SAS el tan necesario registro INVIMA de sus productos comerciales, el más grande obstáculo de los emprendedores locales.
Además, en el transcurso de los años adquirieron los equipos necesarios bajo los requerimientos establecidos para lograr una producción digna de exportación y con altos estándares de calidad.
Se extrae la miel mediante un proceso que sigue siendo manual, pero con implementos que garanticen la pureza del producto final, hasta lograr envasarlos para la venta al por mayor o al detal.

Suena fácil, sin embargo, es un trabajo de más de una década en que Ciro y Deyson han buscado apoyo por todos lados para seguir creciendo, han acudido a todos los mercados para comercializar su producto y tener el reconocimiento que hoy los hace acreedores en el buró de la fama de la apicultura.
Este sigue siendo un negocio familiar a mediana escala. La finca la habita la familia, y además de miel, aprovechando todos los derivados de la producción apícola, obtienen hidromiel, cera, jabones artesanales y sábila (cultivada por doña Carmen Mantilla, madre de ambos y quien elabora estos jabones).
Ellos mencionan que su fin es convertirse en un negocio autosostenible. Van por buen camino. A simple vista la finca La Cristalina puede parecerse a cualquier otra, pero recorrerla es encontrarse con cultivos de frutas, verduras, tubérculos, y otro sinnúmero de plantas, gallinas y cerdo. Pero, lo más sorprendente es la implementación de biogás con el cual se cocina y elaboran los jabones.
Pero su fuerte es la venta de miel. “Hace un tiempo empezaron a buscar más esa cultura de las abejas por el tema del marañón, que les ayudaba a polinizar los cultivos, pero no todos lo que tiene abejas se dedica a la producción de miel”- Lo que evidencia el exponencial creciente del negocio en la zona, con más de 20 apicultores en Puerto Carreño que le apuestas al consumo de miel en un mercado tan pequeño como lo es el municipio, buscando nuevos mercados para expandir sus negocios.


Sin embargo, el mayor obstáculo para el crecimiento sigue siendo el costo de producción a pequeña escala, artesanal y orgánico, además del transporte para la movilización de los productos tanto fuera como dentro del municipio, que aumenta el valor comercial y no llega a competir con productos similares al interior del país.
Estamos frente a un potencial negocio que se sostiene por la perseverancia de quienes se interesan por las abejas, más allá de un tema comercial, hablamos de un modelo que busca la instalación estratégica de colmenas para recuperar la polinización de los cultivos que impulsan la economía local, además del increíble aporte ambiental para reducir la huella de carbono producida por el hombre.
Se podría decir que es un negocio redondo que finaliza con un líquido dorado que se ha implementado con mucho amor a la culinaria local y permite otras formas de endulzar el paladar, con cero aditivos, químicos, agregados; 100% natural.
Ciro y Deyson son uno de los tantos ejemplos de que la educación ambiental desde el campesinado es el camino hacia la recuperación de entornos limpios y la reducción de todo el daño ambiental generado por el hombre.
Apoyar la economía local, impulsa pequeños y medianos negocios que generan ingresos directos e indirectos en el sector, además de consumir alimentos orgánicos y, aunque muchas veces su valor suele ser superior a la encontrada en supermercados, está comprándole a campesinos que cada día luchan por mantener prácticas amigables con la salud humana y con la salud de la naturaleza.
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