
El ‘Mono’ de Puerto Carreño
Por Daniela Parra
Las manos del ‘Mono’ Rivera pasan despacio las hojas de una libreta casi llena. De pronto, sus dedos gordos y blancos se detienen en una página donde ha anotado por años todas las irregularidades de la Nueva EPS en el departamento de Vichada. Sus ojos parecen confirmar que es la información que está buscando, levanta la mirada y me lee un sinfín de anotaciones.
Luego me dice: “esa problemática se arregla en Bogotá. Lo que yo puedo hacer acá a nivel local es ayudar a la gente a gestionar documentación, asesorarlos, ir a pelear por los medicamentos”. Sus palabras pesan como el calor de mediodía en esta tierra donde ser enfermo es un lujo que pocos pueden permitirse.
Luis Ernesto Rivera –el Mono, como lo conocen todos– resultó elegido a finales de septiembre como uno de los dos representantes de las zonas especiales, y partir del 2025 estará en la mesa directiva de la Asociación de los Usuarios de la Nueva EPS. Durante dos años será la voz de los 1.569.361 que tiene la entidad en Amazonas, Arauca, Casanare, Chocó, Guainía, Guaviare, La Guajira, Putumayo, San Andrés, Vaupés y Vichada.
Para resultar electo, el ‘Mono’ Rivera sorteó dos elecciones: primero la de Vichada, luego la de las zonas especiales, en donde compitió contra otros ocho candidatos, incluido en voto en blanco. En esta última elección obtuvo 425 votos. Cuatrocientos veinticinco, en un departamento donde la Nueva EPS, que tiene 33.706 afiliados entre los municipios de La Primavera, Santa Rosalía y Puerto Carreño, es la única opción para vivir, para no morir. “La gente no salió a votar”, dice, y sus ojos se pierden en la distancia como buscando a los que no acudieron a las urnas.
Los cuestionamientos del ‘Mono’ son válidos. ¿Cómo es posible que apenas el 1,3% de los usuarios del departamento salgan a elegir a quien puede reclamar por sus derechos en un territorio donde la salud se vulnera todo el tiempo, donde las citas con especialistas y los medicamentos no llegan a tiempo, y lograr remisiones hacia Bogotá o Villavicencio es un tormento peor que la enfermedad?
«La gente es indiferente», cuestiona el ‘Mono’. Pero la “indiferencia” es en todo el país. La Nueva EPS tiene 11.3 millones de usuarios a nivel nacional, y apenas 13.725 usuarios votaron para elegir a sus representantes ante la eps para el periodo 2025 – 2026. “Mi función es velar por la problemática que tenemos primero en nuestro departamento, pero tengo también la obligación de velar” por las irregularidades en los otros departamentos que hacen parte de las zonas especiales, explica, con la certeza de quien lleva años enfrentando la burocracia y las trabas de las entidades estatales.

Una vida
La casa del ‘Mono’ Rivera está ubicada en el barrio Arturo Bueno de Puerto Carreño. Allí vende gas, queso y carne de cerdo. Las redes sociales se han convertido en su mejor vitrina. A diario publica en su cuenta de Facebook o a través de WhatsApp los productos que tiene disponible para la venta. Ese es el trabajo que ha decidido para ganarse la vida porque le permite el tiempo para hacer las gestiones sociales y comunitarias que le gustan. “Cuando la gente me compra está ayudando y permitiendo que yo salga a la calle a ayudar a otra persona”, dice, y en esa frase está todo: la dignidad del que ayuda sin cobrar, la necesidad de seguir comiendo mientras salva vidas ajenas.
El ‘Mono’ Rivera llegó hace 48 años a la capital de Vichada con su familia que venía de vacaciones y se quedó porque el río Orinoco los cautivó. Oriundo de Puerto Gaitán (Meta), le ha dedicado su vida al trabajo comunal y social en Puerto Carreño, siguiendo el legado de su madre, Luisa Marina Escobar, una de las primeras mujeres del municipio en involucrarse en asuntos comunales.
Fue ella, según el ‘Mono’, quien logró la ampliación de la cobertura de la línea telefónica hacía el barrio Punta de Laja y consiguió insumos pesqueros, entre otras acciones que han beneficiado a la comunidad.
Tras 17 años en la Armada Nacional, Rivera se retiró para hacerle frente a su verdadera vocación: el liderazgo social y comunitario. Es por eso que lleva 12 años siendo el presidente de la JAC de su barrio, velando por los intereses de su vecindario, teniendo claro que es un trabajo diario y de tiempo completo, sin ánimo de lucro.


En el Arturo Bueno hay una cancha de voleibol que él mismo ayudó a construir, y que sigue en buen estado gracias a los mantenimientos periódicos que le hace la comunidad. Los niños juegan allí mientras el Mono sigue escribiendo en su libreta: nombres de enfermos, medicamentos negados, promesas incumplidas. A veces se disfraza de Papá Noel en Navidad y reparte regalos que consigue con empresarios de Bogotá. El pescado fresco del Orinoco se convierte en juguetes nuevos gracias a su magia de gestor social.
La libreta del ‘Mono’ también ha sido testigo de sus luchas en las veedurías sociales en las que ha estado involucrado: las obras del Hospital Departamental ESE San Juan de Dios en Puerto Carreño, de la cancha de futbol del IDER -que ya se terminó-, y de la casa departamental del adulto mayor que beneficiará a 48 ancianos y ancianas en la capital de Vichada.
Por su trabajo social y comunitario, la política lo busca, lo seduce, le promete poder. Pero el ‘Mono’ prefiere su libreta sucia y sus manos gordas que firman cartas, que golpean puertas, que mendigan medicinas. Lejos de la política, de la politiquería, el ‘Mono’ seguirá con el legado de su madre, con la vocación de servicio a la comunidad renovada cada mañana. Seguirá día a día, llenando de letras su vieja libreta, buscando respuestas, generando esperanza a un pueblo al que el Estado solo mira en los mapas.
