
Bojonawi, la joya natural de Puerto Carreño
Por Daniela Parra Sierra
A solo 20 min de Puerto Carreño, por el río Orinoco, se encuentra la Reserva Natural de la Sociedad Civil Bojonawi, que alberga 4.680 hectáreas que se dedican a la conservación y preservación de la fauna y flora silvestre de esta zona de Colombia.
Llegar a Bojonawi es encontrarse de frente con una gran roca desde la cual se puede visualizar un panorama de belleza natural, el río Orinoco y de fondo Venezuela, las floraciones rocosas que en medio del verano aparecen sobre del río, extensas llanuras verdes, playas de arena blanca, una brisa que golpea la piel que contrasta con el inclemente sol y si tiene suerte en su visita lo pueden sorprender con un pequeño show de las toninas. Las miles de aves que habitan son la melodía que acompaña una buena charla con las personas que cuidan este territorio, una taza de café y mientras tanto, se recargan las energías necesarias para disfrutar de los senderos ecológicos donde se atraviesan bosques de galería, bosques inundables, extensas sabanas de altillanura, morichales, caños de aguas transparentes, afloramientos rocosos del escudo Guayanés y la emblemática laguna El Pañuelo -que para los que aún no tiene la fortuna de conocerla- son aguas de tonalidad verde al reflejo con el sol, además de ser el hogar de miles tortugas y peces. Esta misma Laguna, que, en época de invierno se convierte en una especie de sala cuna para las mamás toninas que llegan a sus crías a este lugar, para que allí aprendan a cazar su alimento y a defenderse por sí mismas y en verano, se convierte en un reservorio natural de peces.


Bojonawi nace en el 2004 como la unión de tres particulares que entregaron en comodato sus terrenos a la Fundación Omacha para convertirlo en un centro de investigación natural. El nombre de Bojonawi significa «perro de agua o nutria gigante» en lengua sikuany, especialmente porque en este lugar se logra apreciar esta especie libre y en su hábitat.
La Reserva se ha dedicado no solo a conservar el territorio, sino, también es el hogar de varios animalitos que, por circunstancias de la inconsciencia humana, son sometidos al cautiverio y sin condiciones de vida dignas, al ser rescatados, entregados o encontrados, Corporinoquia realiza el análisis correspondiente para direccionarlos a un lugar seguro, donde para fortuna de estas especies, en el mayor de los casos Bojonawi se convierten en su nuevo hogar.
Es el caso de Pepito y Pepita, dos nutrias que vivían domesticadas hasta que llegaron a la Reserva sin saber cómo sobrevivir en la naturaleza donde Rubén -antiguo trabajador de Omacha- los adoptó como sus hijos con mucho amor y paciencia día a día se tomaba la tarea de cazar los peces para su alimentación y se convirtieron en su constante compañía, al punto que este carreñense tomó la decisión que a través de su cuenta personal de Tik Tok, en donde mostraba sus vivencias, se convirtieran en la plataforma para que el mundo conocieran a estos hermanitos nutrias divertidas y juguetonas; trabajo que le funcionó porque Pepito y Pepita se convirtieron tendencia en esta red social creando una comunidad al pendiente del cuidado de ambas con millones de visualizaciones.
“Desde el 2019, en Bojonawi hemos recibido unas cinco nutrias. Todas producto de tráfico ilegal de especies, las tienen de mascotas, hasta que se les vuelve un ‘problema’ porque son animales difíciles de mantener, hacen unos sonidos fuertes, ellos suelen tener sus características agresivas sino son atendidos rápidamente, pues se enferman. Algunas las entregan voluntariamente, otras, pues son reportadas a la Corporación -Corporinoquia-. La Fundación Omacha adelantó un protocolo de rehabilitación de nutrias gigante, pero es un documento que obviamente aplica para lugares como centros de fauna silvestre”- nos explica Erika Gómez, coordinadora regional de la Fundación Omacha.

Con el tiempo ellos aprendieron a vivir bajo sus propios medios, donde poco a poco iban necesitando menos la presencia de humanos para defenderse, al punto que luego de varios meses tomaron rumbo. “Optamos por hacer una rehabilitación ‘in situ’, pero era un reto para nosotros porque la reserva natural recibe muchos turistas que querían tocarlas y eso podía retener el proceso; hemos hecho varias averiguaciones y la recuperación de estas nutrias es un caso único”, cuenta Erika.
Casos como el de las nutrias son las que le dan sentido tanto trabajo dentro de la Reserva y el trabajo constante de educación ambiental para aprender a cuidar lo que la naturaleza nos ofrece. Guacamayas, loros, nutrias, tortugas y otras especies más han sido adoptadas por la Bojonawi para lograr recuperarlas para que puedan vivir libres.
Las especies más traficadas son loros, guacamayas, tortugas y demasiadas serpientes, puesto que esta son un comercio ilegal local, aunque algunas personas avisan, logran la intervención de la Policía y se reubican, sobre todo serpientes venenosas, como la de hace poco tiempo, una anaconda, que estaba en El Puerto en Puerto Carreño que se había entrado a un negocio, pero era más la preocupación de las personas por grabarla que por el bienestar de la serpiente o de ellos mismos, afortunadamente fue capturada y entregada a la Fundación Omacha para ser liberada en uno de los caños de la Reserva.
Son varias las historias que han pasado por la memoria histórica de Bojonawi, convirtiéndolo en un lugar único en Puerto Carreño con proyección turística de pequeños grupos, pero con tantas actividades naturales que hacer que en pocos lugares encontrarán, además de muchas especies que de manera libre rondan el lugar para poder apreciarlas de lejos.
Para los amantes del turismo de naturaleza con responsabilidad ambiental, la Reserva tiene las puertas abiertas para recibirlos y mostrarles las maravillas que albergan, la tranquilidad que se respira y lo asombroso que puede ser turistear mientras se aprende.
Llegar es muy sencillo, por medio acuático son unos minutos o para los aventureros se puede llegar por tierra en un aproximado de 2 horas y 30 minutos, en donde pasaran por caño negro, caño verde y un pasaje de encantador.
No sin antes realizar el llamado urgente a la ciudadanía para que cuidemos la fauna, para los animales no es fácil volver a su estado natural a sus hábitats naturales, retornar no es fácil y menos si son animales que son cautivos desde pequeños en las etapas más importantes de su vida que deben estar con su madre con sus familias aprendiendo a cazar aprendiendo a alimentarse.

¿Cuál es la importancia de la Reserva?
Los locales y las mismas entidades públicas desconocen todo el trabajo que se viene adelantando desde la Reserva, puesto que es un esfuerzo compartido entre organizaciones ambientales, universidades y Omacha, que gracias a ello se logró en el año 2015 que fuera designada como Área de Importancia para la Conservación de las Aves (AICA) con especies únicas en esta zona, es todo un placer realizar avistamiento de aves por la cantidad de ejemplares; y en el 2024 se le dio el título como Área de Importancia para la Conservación de los Murciélagos (AICOM) convirtiéndolos en pioneros en la Orinoquia al contar con más 40 especies.
No olvidemos que Omacha aparece en 1992 como una serie de proyectos de investigación con las toninas o delfines de río, proyectos de conservación y educación ambiental enfocados a fauna y ecosistemas acuáticos, en la región de la Orinoquia colombiana, donde se trabaja con manatíes, nutrias, caimanes, entre otras especies.
Bojonawi ha contado con socios estratégicos como el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, WWF Colombia, Hewlett-Packard, Resnatur, Corporación Autónoma Regional de la Orinoquia – Corporinoquia, entre otros aliados, quienes le han apostado a esta iniciativa de conservación. Gracias a este apoyo, la reserva cuenta con extensos inventarios biológicos que han permitido mostrar a nivel local, nacional e internacional la riqueza de especies de fauna, flora y ecosistemas.
Gracias a los constantes trabajos dentro de la Reserva, hace más de un año se logró identificar el origen endémico de la tortuga Matamata – Chelus fimbriata-, que originalmente se creía que era amazónica, hasta constatar que realmente son de la Orinoquia, pero que por razones de tráfico fueron encontradas en zonas que no son su verdadero hábitat.
También se ha convertido en el lugar propicio para que estudiantes que buscan sus prácticas profesionales en carreras de ecología, biología y afines al medio ambiente se ubiquen en este centro de investigación que además, después de presentar los estudios, hace parte del registro de la Reserva.
El futuro de la reserva está orientado a consolidar programas de investigación, continuar procesos de conservación de especies y ecosistemas estratégicos, promover acciones educativas a nivel regional y contribuir con actividades económicas, como el ecoturismo, para el apoyo de grupos locales. Bojonawi busca convertirse en una “frontera viva” donde se represente la Orinoquía como región biodiversa de Colombia.