Subsuelo de Vichada tiene potencial para ser reserva petrolera, según estudio

Tomado de la Agencia de Noticias Unal

En Arauca, Casanare y Vichada, departamentos que conforman la llamada “cuenca de los Llanos Orientales”, las rocas del Cretácico poseen características para almacenar fluidos cómo hidrocarburos, agua e incluso ser reservorios para la inyección y almacenamiento de CO2, una de las claves para la restauración ambiental.

En dicha zona, la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH) posee un amplio rango de crudo. Por ejemplo, Casanare es uno de los lugares que más aporta a la producción de petróleo. Según el Informe de la Iniciativa de Transparencia en la Industria Extractiva (EITI), del Ministerio de Minas y Energía (Minenergía), en 2020 se produjeron más de 22 millones de barriles; de estos, el municipio de Tauramena aportó el 70,93 %, un dato relevante si se tiene en cuenta que el país genera alrededor de 771.008 barriles por día.

Para su trabajo de grado, el geólogo Javier Peña, de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Bogotá, tomó información de 70 pozos perforados en Casanare en la década de 1960.

Con ello intentó sentar las bases de un modelo regional que pueda predecir cuáles serían las mejores condiciones de exploración de las rocas reservorios (en las que se almacenan fluidos, entre ellos hidrocarburos) en los Llanos Orientales.

En su análisis encontró que las mejores condiciones de reserva y de sello se encuentran hacia el Vichada, el oriente de la cuenca, un dato importante pues hasta el momento la información que existía apuntaba a que la zona occidente, es decir hacia Casanare, tenía las mejores condiciones de reserva.

“El hallazgo no se limita a la exploración petrolera, sino que también puede funcionar como reservorio de dióxido de carbono (CO2). Esto funciona de manera muy similar al alojamiento de hidrocarburos: si tenemos una roca reservorio y una roca sello (que evita la migración de estos) funciona para inyectar CO2 de la atmósfera y contribuir a la restauración ambiental”, explica el geólogo Peña.

Sucesión cretácica

Como los Llanos Orientales se consideran como la provincia petrolífera más grande de Colombia, son ampliamente estudiados; sin embargo, la mayoría de los campos conocidos se relacionan con trampas estructurales en yacimientos de areniscas fluviales del periodo Cenozoico (hace unos 65 millones de años).

El estudio del geólogo Peña es uno de los pocos que se centra en la sucesión cretácica como campo de análisis. Este periodo comenzó hace 145 millones de años y terminó hace 66 millones de años.

“Para esa época el territorio de Colombia estaba cubierto por mar, y lo que hoy son los Llanos Orientales eran una parte de la costa. La erosión de las rocas emergidas se convierte en sedimentos, es decir en material sólido acumulado sobre la superficie terrestre, y la sucesión cretácica en esta zona es la evidencia de esa sedimentación que se convierte en roca. La falta de estudios en este periodo impide conocer el potencial de las formaciones de roca, y justo es ese precedente el que queremos dar”, señala el especialista.

Formaciones de roca poco explorados

La sucesión cretácica en la zona de estudio se conforma por las rocas reservorios con espesor de entre 20 y 100 m, allí se dan las tres formaciones más importantes: Une, Gachetá y Guadalupe, que tienen sus particularidades entre todas las sucesiones.

Esta investigación se enmarca dentro un macroproyecto liderado por la UNAL, la ANH y Minciencias. Para llevarla a cabo, el geólogo Peña tomó como muestra 70 pozos en los cuales, a partir de la información suministrada por la ANH, reevaluó los resultados de las perforaciones de estos. Después filtró la información por medio de variables como la perforación de los pozos y los resultados que tuvieron.

“Luego se introdujo al software Geographics, en el cual se pudieron correlacionar los pozos para después realizar los mapas de los resultados”, indica.

Así evidenció que la primera formación es la de Une, que por su cualidad “arenosa” es propicia para alojar fluidos, entre ellos el hidrocarburo. Por encima de esta se encuentra la formación Gachetá, un poco menos arenosa y por ende sin capacidad de alojar fluidos, aunque sirve para hacer un sello con respecto a la formación de Une.

“Si esta tiene hidrocarburos, implica que la formación Gacheta esté sobre ella, por lo que estos líquidos no van a migrar y se comportan como un sello”, anota.

La formación Guadalupe es más arenosa y por ende aloja muchos más hidrocarburos. La formación Gacheta es más arcillosa hacia el occidente, pero al oriente se vuelve más arenosa.

El investigador explica que “el hecho de que esta unidad intermedia –a la mitad de Une y Guadalupe– sea más arcillosa hace que se convierta en un sello para el hidrocarburo que está por debajo de esta. Esa particularidad de los sellos se pierde en el oriente de la cuenca”.

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