Opinión: Un Congreso para hacer de Colombia una potencia mundial de la vida

Por Yidis Gahona*
En la Foto, Yidis (Izq.) junto a David Racero

Es incuestionable que el país aclamaba un cambio de rumbo. Así se constató con las extensas jornadas de movilización de 2021 y, de la misma forma, en la pasada contienda electoral de marzo de este año. En esta última tuvo lugar un hecho sin precedentes, pues nunca antes en la historia de Colombia una fuerza política de centro – izquierda había conseguido 20 escaños, de los 108, en el Senado y 31, de los 188, en la Cámara de Representantes. Y es que el Pacto Histórico no solo se transformó en una de las coaliciones más importantes en el Congreso, sino que logró la elección de representantes a la Cámara en departamentos en los que el progresismo no es tradicionalmente fuerte como Putumayo, Huila, Tolima, Atlántico, Meta, Boyacá, Antioquia y Caldas. 

Este triunfo se explica en que además de esa voluntad de transformaciones que tienen a lo largo y ancho del territorio los ciudadanos, los congresistas del Pacto Histórico son personas del común que encarnan los anhelos por los que, por años, se ha trabajado desde las regiones. De modo que ahora pueden verse en el Congreso maestras, líderes estudiantiles, emprendedoras, indígenas y afrodescendientes, campesinos, artistas, ambientalistas, entre otros, que tienen nutridas historias de reclamos por los derechos de las mayorías.

Por ello, no es de extrañar que la Bancada del Pacto Histórico se haya comprometido con tres elementos sustanciales para sembrar las transiciones que harán de Colombia una potencia mundial de la vida. Tampoco debe ser ajeno el hecho de que en la búsqueda de que el cambio sea una realidad, la mayoría de partidos políticos (Liberal, Conservador, de la U, Verde) se comprometan con la agenda del presidente Gustavo Petro y la vicepresidenta Francia Márquez. Así que, en primer lugar, el renovado Congreso que se posesionó el pasado 20 de julio pondrá a las mujeres en el corazón de las reformas, pues ellas son, más o menos, la mitad de la población en el país (23.312.832) y quienes viven con mayores impactos la pobreza, la violencia y la falta de oportunidades. 

De otra parte, y dada la crítica situación derivada de la pandemia en la que pequeños negocios quebraron y el desempleo aumentó a niveles alarmantes, el segundo reto que tendrá el Congreso es que Colombia tenga una economía para la vida, en la que la tierra y la industria sean, nuevamente, productivos, y el crédito y el fomento a la pequeña y mediana empresa se promuevan desde el Estado. Adicionalmente, se buscará que las actividades que generan ingresos tengan menores impactos ambientales y que las posibilidades de exportación de bienes aumente, más allá del petróleo y el carbón.

La tercera tarea del Congreso será velar por la garantía de los derechos, por ejemplo, a la salud, la educación y el trabajo para que, sin exclusiones de ningún tipo, se empiecen a sembrar las raíces para una vida digna de niñas, niños, mujeres y hombres.

Cierro manifestando que alienta constatar que los virajes ya se están produciendo en el legislativo, pues la presidencia de la Cámara de Representantes la ostentará David Racero (Pacto Histórico), joven congresista que encabezó férreas denuncias contra la corrupción en las entidades nacionales e hizo de la pedagogía en calle su mayor instrumento de renovación política. 

*Administrador de Empresas - Profesional en Gestión Cultural y Comunicativa
Especialista en Gestión Cultural y Políticas Culturales
Candidato a Magister en Sociología
Universidad Nacional de Colombia.

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