“Nos cambiaron la tienda del barrio…, a las de las fronteras con otros países”
Por: Jorge Duque - @jorgeduque29
EL ÉXODO DE VENEZOLANOS HACIA LA FRONTERA COLOMBIANA Y BRASILEÑA PARA COMPRAR ALIMENTOS Y MEDICINAS, DEJA VER LA NECESIDAD QUE SE RECRUDECE CADA DÍA EN SU PAÍS ANTE LA MIRADA INDIFERENTE DE UN GOBIERNO QUE PARECIERA NO DOLERLE LAS VICISITUDES QUE PADECEN SUS CONNACIONALES.
Hace unos 4 o 5 años muchos carreñenses esperaban el día viernes de cada semana para tomar un bote y pasar al vecino país de Venezuela, específicamente a un pequeño pueblo llamado Puerto Páez, perteneciente al estado Apure, con el fin de comprar algunos productos como verduras frescas recién traídas a un mejor precio, que llegaban justo ese día. Pero hoy el panorama es distinto, miles de venezolanos entran a diario con el fin de comprar desde artículos de aseo como papel higiénico, jabón, detergentes, desodorantes, hasta arroz, granos, pasta y harina de maíz o trigo e incluso medicinas.
Lo triste de esto es que no lo hacen porque les salga a menor precio y estén buscando ahorrarse algo de dinero, tampoco son solo personas de ese pueblo apureño, sino de cualquier otra ciudad del interior del país venezolano y deciden realizar semejante aventura debido al desabastecimiento enorme que padecen al no conseguir estos artículos de primera necesidad, y si lo consiguen es a precios irrisorios y exorbitantes.
Para nadie es un secreto la precaria situación económica en la que se encuentra dicha nación, y es desde estos puntos de la frontera, donde esta realidad cobra rostro, rostro de personas que padecen a diario las malas decisiones de un Gobierno que no reconoce la crisis existente.
Luego de muchos retenes de la Guardia Nacional y largas horas de viaje para llegar a Puerto Páez, a través de carreteras nada modernas y autobuses poco cómodos, cruzan el rio Meta y Orinoco hasta territorio colombiano, donde son recibidos por las autoridades correspondientes dándoles la bienvenida y se les indica las normas que deben cumplir para no tener inconvenientes. Muchos vienen por primera vez, algo confundidos, desinformados, no saben cómo cambiar la moneda ni cuanto deben darles por el cambio, o quizás no saben dónde será el mejor sitio para comprar, pero rápidamente se encuentran con sus paisanos más expertos que les informan y aclaran sus dudas o simplemente siguen a los muchos que caminan por las calles. La cara de satisfacción al entrar a un supermercado es bastante notoria, incluso muchos no pueden contener las lágrimas, quizás recordando que su “país también conto con una despensa semejante”.
En nuestro recorrido hablamos con Antonio, un joven venezolano que hacia sus compras, y nos dijo que era “lamentable ver como el Gobierno les había cambiado la tienda del vecino, la tienda del barrio, a las fronteras con otros países”. También nos comentó que no era fácil ver como su “moneda pasaba de centenas de billetes a unas cuantas unidades del peso colombiano, lo que deja ver la devaluación de una economía fracasada”.
Caminamos varias cuadras con Antonio, oyendo sus interesantes reflexiones y experiencias, y en un punto bastante sensible de la conversación, con voz quebrada nos dijo que debido a lo difícil para encontrar la comida a diario tuvo que decidir junto a su esposa “sacrificar el desayuno” de ellos, para dejárselo a sus dos hijos, y que trataban de almorzar suficiente para así equilibrar un poco su apretada dieta. Reconoció además que sabía que su historia no era la única, ni distinta para muchas familias más. Luego de una larga conversación llegamos al puerto nuevamente, nos despedimos y retorno a su destino dándole las gracias a “Colombia por la hospitalidad mostrada”.
Además de esto, son muchos los venezolanos que han decidido buscar radicarse en nuestro territorio en busca de un futuro mejor o simplemente vender de forma ambulante algunos productos que aún se consiguen del otro lado viniendo de forma intermitente.
Para muchos colombianos, Venezuela fue su casa por mucho tiempo, donde se les albergó con cariño pudiendo prosperar en un país que no era el suyo y es por eso que hoy muchos de ellos ven en la situación actual una oportunidad de retribuirles dándoles una mano.