La historia del ‘muchachón’, ‘Fidelito’ o el único ‘blanco de Guainía’
Por: Redacción Morichal y Jorge Gámez
28 de diciembre estaría cumpliendo 71 años el “Muchachón”, pero el 15 de diciembre cerró sus ojos y le dijo adiós al Guainía, a la tierra de sus amores.
Fidel Rivas Mosquera, nació en Istmina, Chocó, un día como hoy pero de 1948 y un salto de la vida lo llevó a la tierra de muchas aguas. En el año de 1977 el profesor Egidio Mosquera trabajaba como docente en la Comisaría del Vichada, y al terminar el año escolar invitó a su amigo Fidel a trabajar como docente en el Guainía y este le respondió con un No rotundo.
Al año siguiente el profesor Egidio, envía a su madre un telegrama a Istmina para hacerle la invitación a otro amigo, pero como la mamá del profesor Egidio no sabía leer, Fidelito leyó el telegrama y dijo “esta oportunidad no la voy a perder” y de una vez alistó maletas y emprendió viaje para el Guainía, arribando en ese entonces en el mes de septiembre de 1978.
Allí comenzó toda su travesía laboral como docente de la entonces Comisaría Especial del Guainía. Inicio por el río Atabapo, en las comunidades de San Juan, Chaquita, Cacahual. En 1980, estuvo en la comunidad de Puerto Valencia, rio Inírida, en donde desempeñó gran parte de su vida laboral. En Caño Bocón, estuvo en las comunidades de Yurí, Guariven, Buenavista y Barrancotigre. Fidelito, como le decían comunmente, fue un personaje único por su jovialidad, buen humor, por sus cuentos y dichos con sabor a borojó y a manaca.
Cuentan sus amigos Jorge Gámez y Egidio Mosquera, que llegó a amar tanto al Guainía, que permaneció sin interrupción 41 años, adaptándose con mucha facilidad a la cultura indígena, en especial con la gastronomía y las lenguas Puinave y Curripaco. Fidelito se compenetró con las comunidades indígenas, era un diestro pescador y cazador, y habitualmente compartía con las comunidades el producto de su pesca y cacería.
Fidel Rivas junto al Profesor Libardo Rodríguez Jiménez, son los dos únicos profesores que permanecieron toda su carrera docente en el sector rural, hasta obtener su jubilación, curiosamente compartieron por muchos años la vecindad de sus casas que adquirieron en el barrio El Berlín de Inírida.
En la noches el profesor Fidel antes de irse a su habitación, deleitaba a sus compañeros docentes y miembros de la comunidad con sus cuentos, historias y dichos; algunos de sus cuentos llegaron a ser muy conocidos, por ejemplo, que en una ocasión, hubo una orden del capitán de una comunidad del río Inírida, para que al día siguiente, todos los “Blancos” abandonaran esas comunidades y, precisamente el único que no se quería ir era Fidelito, por lo que fue requerido y le llamaron la atención y le dijeron que él también debía irse, pero este les dijo; “Yo que me voy a estar yendo, si yo no soy ningún blanco y soy más negro que ustedes”, no obstante, el Capitán y la comunidad le dijeron “Profesor Fidel, usted también debe irse, porque para nosotros usted también es blanco”, desde ese entonces utilizaba ese dicho “el único blanco del río Guainía soy yo”.
“Como padre no era muy cariñoso y amoroso, pero lo demostraba de manera particular, invitándonos a cenar, a hablar afuera de la casa, tenía la facilidad de sacar una sonrisa, la frase que más decía era “muchachón”, a todo el mundo le decía muchachón. Él era otro guainiano mas, y nos dijo que cuando lo fueran a enterrar, no lo enterráramos en el Chocó sino en el Guainía”, explicó Hayder Rivas, uno de sus hijos. Su deseo se cumplió al pie de la letra.
Fidelito, el muchachón y el único blanco del río Guainía, deja cinco hijos, un montón de cuentos y anécdotas, pero, sobre todo, deja una huella marcada en un departamento que lo vio vestirse de guainiano comer pescado y mañoco, y luchar por la educación de los pueblos indígenas.
«El muchachón» Un personaje fuera de serie, un fiel reflejo de la multiculturalidad de este departamento que tanto queremos. Su legado para los nacidos en otras tierras es el seguir trabajando por un Guainía mejor.