
La historia del Colegio que graduó sus primeros 17 bachilleres en Inírida
Por: El Escudo de Roble
Comenzó como una pequeña escuela comunitaria en 1975 a cargo del profesor Aurelio Sáenz, apoyado por la Iglesia Bíblica Unida de Colombia en la comunidad indígena El Paujil, al frente de lo que es hoy el puesto de salud. En 1977 surge la escuela de básica primaria, de preescolar a quinto, con la señora Diva de Arias como directora. Años más tarde las autoridades tradicionales del resguardo indígena Paujil-Limonar, donan un terreno amplio, cuando en ese entonces estaba de capitán Antonio López y el gobernador del Guainía era Hildebrando Díaz Molano.
En esa nueva propiedad se construyeron 10 salones de bareque, impulsados por la comunidad y las autoridades indígenas, en donde el colegio comenzaría a funcionar de preescolar a séptimo, con la resolución 0338 del 25 abril de 2005.
El 15 de noviembre de 2011 se amplían nuevos grados del ciclo de educación básica secundaria que promueve un modelo educativo de aceleración del aprendizaje. El 27 de febrero de 2012 el colegio es autorizado para cursar hasta noveno grado, y finalmente el 20 de noviembre de 2017 con la resolución 1837, se aprueba la media académica que permite cursar hasta el grado once.
“Fue un proceso muy dispendioso porque los secretarios de educación no querían aprobar que el colegio dictara hasta el grado once, porque no teníamos infraestructura, los salones de bareque, sin una biblioteca actualizada, sala de informática, sin laboratorio de química, de física, pero eso era negligencia de la administración departamental, pero gracias al gobernador Zapata lo gramos”, dice Jorge Aguilera, Rector del Colegio.
Por mucho tiempo el colegio se dedicó a alimentar los grados décimo y once de otros establecimientos educativos del municipio, a pesar de ser una institución de 1.200 estudiantes, tener una planta docente de 44 profesores, tres administrativos, cuatro secretarios, un coordinador académico, siete empleadas de aseo general y cuatro celadores, no podía graduar estudiantes. Aunque ya tienen un licenciado en física, química y un profesor de inglés, siguen con la misma deficiencia de infraestructura.
Sin embargo, el día viernes 6 de diciembre de 2019 se cumplió el sueño de todos: profesores, estudiantes, padres y madres de familia. A las nueve de la mañana la Institución Educativa Francisco de Miranda, graduaba su primera Promoción de Bachilleres en el auditorio principal de la Biblioteca Departamental Gabriel García Márquez.
“Para mí como rector de esta institución es un honor, y siento una satisfacción inmensa graduar los primeros 17 bachilleres de este colegio; pero más aún como rector indígena de un colegio indígena en una comunidad indígena, con estudiantes indígenas. Aquí recibimos estudiantes de diferentes etnias, sin discriminación, también estudiantes expulsados de otros colegios, aquí le damos la oportunidad a todos”, afirma Aguilera.
El reto que ahora enfrenta el colegio es muy grande, el próximo año son 40 estudiantes que aspiran a graduarse como bachilleres académicos con énfasis en etnoeducación y cultura indígena, quienes aspiran poder llegar a la universidad. Los estudiantes y administrativos piden mejores instalaciones, una cancha múltiple, un comedor grande, libros actualizados, computadores, herramientas para trabajar y así elevar la calidad educativa, la competencia de profesores y estudiantes.
Robinson Parada tiene 18 años, es indígena de la etnia Piaroa de la comunidad de Laguna Cacao, dice estar muy emocionado de ser uno de los 17 graduados. “Es el resultado de 10 años de estudio y hasta ahorita se me da, fue difícil, pero con el apoyo de mi madre y mi profesor Efraín García, que me motivaba lo logré. Este es un colegio estigmatizado, lo llaman el colegio del castigo, y no es así, aquí todos somos iguales, nos tratamos con respeto, nos dan facilidad de estudio y sobre todo la oportunidad de salir adelante”, explica Parada, quien por espera poder continuar sus estudios en el SENA.
El colegio Francisco de Miranda es un claro ejemplo de que para los gobiernos locales, el sistema educativo del departamento debe estar en primera lista. El colegio de El Paujil debe crecer y seguir enfocándose en la etnoeducación, esa la diferencia con los otros establecimientos de educación y sin duda la más valiosa.