La estrategia de los Pueblos Indígenas de la Amazonía para
acceder al financiamiento climático
La COICA (Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica) junto con sus filiales nacionales de Colombia, Venezuela y Perú: OPIAC, ORPIA y AIDESEP presentaron su estrategia para establecer un mecanismo efectivo que asegure el acceso directo a los fondos anunciados durante la COP 26 y garantizar, en el largo plazo, su sostenibilidad financiera.
En el tercer día de negociaciones de la Conferencia de las Partes de Cambio Climático, COP27, que se desarrolla en Egipto, las Organizaciones Indígenas contaron detalles de esta propuesta que se desarrolla en alianza con tres organizaciones de la sociedad civil con 30 años de trabajo en la región amazónica: Gaia Amazonas (en Colombia), el Instituto del Bien Común (en Perú) y la Fundación Wataniba en Venezuela. Instituciones que, además, conforman la Alianza NorAmazónica – junto con otras cinco organizaciones- y que trabajan en la región al norte del río Amazonas, donde se encuentra el bosque tropical más extenso y mejor conservado del mundo.
Se trata de 4 agencias administrativas, a escala nacional, y 4 agencias a escala territorial en los países amazónicos, el piloto podría darse en Colombia, con dos tareas principales: fortalecer las capacidades administrativas, financieras y de gestión de las Organizaciones Indígenas de la Amazonía; y garantizar el acceso y administración directa de los 1.700 millones de dólares anunciados en Glasgow, durante la COP 26 de 2021, por 22 donantes – entre ellos Alemania, Noruega, Países Bajos, Reino Unido y Estados Unidos- y 17 fundaciones.
Fondos anunciados para apoyar de forma directa las acciones de mitigación y adaptación de los Pueblos Indígenas y las Comunidades Locales hasta 2025. Un compromiso histórico que, si bien representa un gran avance en el reconocimiento del papel esencial de los pueblos indígenas y de sus sistemas de conocimiento en la agenda climática, no cuenta, hasta la fecha, con un mecanismo efectivo que permita la implementación de estos fondos y que facilite su efectiva llegada a las Organizaciones de Pueblos Indígenas; tal como lo manifestó la coordinación de la COP26, en cabeza del Ministro de Medio Ambiente del Reino Unido, Lord Zachary Goldsmith.
Por eso, las Organizaciones y Pueblos Indígenas se organizaron y desarrollaron una estrategia de incidencia conjunta que, en un plazo de cuatro años, comprendidos entre 2023 y 2027 espera implementar estos recursos. Por ahora, el mayor reto es lograr un consenso entre donantes, organizaciones indígenas y sus aliados durante la COP 27.
Estos fondos serán un medio para asegurar que prácticas y conocimientos indígenas que durante milenios han propiciado una convivencia armónica con el sistema vivo del que todos hacemos parte, la naturaleza, se mantengan. Y con ellos, se asegure el buen vivir territorial de las comunidades que habitan la Amazonia, y salvaguardan la conectividad ecosistémica y sociocultural en la región al norte del río Amazonas, responsable del 70% del agua de América Latina.
La Amazonía, un jugador decisivo en la agenda climática
Como lo señala el Panel Científico por la Amazonía, este bioma regula la variabilidad climática y almacena alrededor de 130 mil millones de toneladas de carbono; lo que representa casi el valor de una década de emisiones globales de dióxido de carbono.
Hablamos de una región que hace posible la vida gracias a la multiplicidad de relaciones y encuentros que se dan entre diversas especies, incluida la humana; donde, además, nace gran parte del agua que consumimos en las ciudades gracias a sus más de 400.000 millones de árboles que, tras procesos de evapotranspiración, forman grandes flujos de agua y producen lluvias a más de 3.000 kilómetros de distancia. El agua de la Amazonía alimenta a Suramérica, desde los Andes hasta el río de La Plata.
Hoy, la deforestación y la degradación de los bosques tropicales representan alrededor del 15% de las emisiones anuales de gases de efecto invernadero, por eso, la urgencia de proteger y salvaguardar la Amazonía, como el bosque tropical más extenso y biodiverso del mundo, ha sido reconocida por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) y la Convención Marco de las Naciones Unidas Sobre el Cambio Climático (CMNUCC).
Pero, no podemos olvidar que sin pueblos indígenas no habrá Amazonía. Y como lo demuestra un estudio de Rainforest Foundation Norway, RFN, sus conocimientos aún no tienen el protagonismo en las negociaciones que deberían ni el apoyo financiero que merecen. Según RFN, entre 2011 y 2020, los Pueblos indígenas y las Comunidades Locales recibieron aproximadamente $2.700 millones de dólares estadounidenses provenientes de donantes bilaterales y multilaterales y de organizaciones filantrópicas privadas; lo que equivale a menos del 1% de la asistencia oficial para la mitigación y la adaptación al cambio climático durante el mismo período.