En estado de vulnerabilidad 13 familias indígenas que habitan bajo un puente en Puerto Carreño
A escasos metros de la orilla del río Orinoco, en la intemperie y en cambuches improvisados, construidos con bolsas plásticas y sacos viejos, conviven bajo un puente más de 50 personas, integrantes de 13 familias indígenas que desde hace dos meses se refugian en la entrada del barrio de Punta de Laja (sector el Puerto) en Puerto Carreño.
Desde la vía, se divisan entre la maleza los chinchorros colgantes y algunos toldillos bajo el puente.
El líder de esa improvisada comunidad, Juan Carlos Martínez, expresó a EL MORICHAL que “no tenemos sitio donde vivir, desde hace muchos años hemos estado viviendo en la calle, primero estuvimos en la manga de coleo, cerca de la cancha, luego en la vieja sede de María Inmaculada y hoy estamos bajo este puente”, dijo Martínez.
El problema es que el Orinoco ya está creciendo y sus vidas podrían verse en peligro. Además, la entrada del invierno ha agudizado su situación, “cuando llueve nos mojamos, los niños están enfermos porque se mojan, el agua corre por aquí y no sabemos que hacer”, dijo el líder indígena.
Pero la lluvia y la inminente creciente del río no es lo única que los afecta. La falta de comida, la asistencia médica y sobre todo la escases de agua potable para cumplir con las medidas sanitarias frente al Covid-19, es lo que más les preocupa. “Me toca molestar a los vecinos para pedirles agua potable y cuando no, nos tocado tomar agua del rio, sacamos para bañarnos y lavar ropa. Necesitamos apoyo del gobierno, nosotros también somos personas”, explicó Fabián Andrés García, habitante de esa comunidad.
Para la gobernadora del cabildo urbano, Henny Gutiérrez, la situación es preocupante. “Ellos han estado migrando de un lado para otro. Ahorita están ahí porque no tienen donde asentarse, las ayudas que les están llegando son muy mínimas, porque dicen que es acción con daño, por el sitio donde se encuentran”, aseguró Gutiérrez.
El asentamiento improvisado tiene alrededor de 20 niños y niñas en edades comprendidas entre 3 y 10 años de edad. Según García, “ninguno de estos está estudiando”.
El niño que indígena que el pasado 21 de mayo murió al caer de un árbol de mango mientras buscaba frutos para alimentarse, hacía parte de esta comunidad. “El niño no tenía que comer, tenía hambre y se fue como a las seis de la mañana, se montó en el copito de un palo de mango, pero se le quebró la rama, cayó y murió” explicó un familiar.
Al respecto, la defensoría del pueblo regional Vichada, indicó que “es lamentable lo que está sucediendo con la niñez indígena del departamento y más en el casco urbano de Puerto Carreño”. Según explicaron, desde el año 2014 han venido solicitando a las entidades la solución al problema. Durante el 2019 en reuniones interinstitucionales se avanzó en la elaboración de un diagnostico territorial con un informe defensorial sobre la situación de los grupos étnicos, sin embargo, la situación se mantiene.