El sueño de la educación virtual
Por: Julio César Hidalgo
El sistema tradicional de ir a la escuela de día y hacer las tareas en casa por las tardes es una receta para la inequidad social: aquellos que tienen la fortuna de tener padres que han terminado la escuela o la universidad pueden pedirle ayuda para hacer los deberes o pueden recibir clases de un tutor privado. Pero los niños de hogares humildes no pueden darse ese lujo.
El anterior es un aparte del libro ¡Sálvese quien pueda! del periodista y escritor argentino Andrés Oppenheimer, quien en el capítulo siete ¡Edúquese quien pueda!, El futuro de los docentes, hace una clara advertencia de las desigualdades del sistema educativo actual, situación que es evidente en cualquier parte del mundo. Y que en estos tiempos de cuarentena, cuando los estudiantes no pueden ir a la escuela, podemos confirmar que tienen muchas más dificultades para estudiar y aprender en casa; porque en sus hogares no tienen cómo, porque las escuelas carecen de recursos de todo tipo y porque los maestros no sabemos de otras metodologías diferentes a las que requieren de la presencia de los estudiantes en las aulas.
Por otra parte, un estudio reciente demostró que, en 2018, el 63% de los estudiantes de once y quinto y el 57% de los estudiantes de noveno de los colegios públicos que presentaron las pruebas Saber no tienen conexión a internet ni computadora en casa. El mismo estudio indica que en los colegios públicos el 62.6% de las sedes urbanas y el 73% de las rurales no tienen conexión a internet. El 62% no tiene televisores. La brecha digital en los hogares y colegios es muy evidente y amplia todavía.
Si nos trasladamos al departamento de Vichada la realidad es peor, porque es uno de los departamentos con el más bajo índice de cobertura (2% internet fijo) y calidad del servicio de internet. La mayoría de la población estudiantil reside en la ruralidad, la tasa de analfabetismo supera el 15%, las necesidades básicas insatisfechas de la población son también de las más altas del país, las escuelas carecen de herramientas tecnológicas como computadores, internet, tabletas, etc. El servicio de energía es muy escaso y deficiente. La formación de los docentes en la apropiación y uso de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones es insuficiente. Un panorama nada alentador.
Juntando todo lo anterior, razón tuvo la Secretaría de Educación luego de que el Gobierno Nacional ordenara la suspensión de las clases presenciales, en orientar a las instituciones educativas para que los profesores diseñaran guías de estudio impresas para que pudieran ser entregadas y desarrolladas por los estudiantes en sus casas, las asesorías y explicaciones las recibirían a través de llamadas de celular y de mensajes de WhatsApp desde los celulares personales de los maestros, haciendo uso de sus recursos económicos. Un esfuerzo conjunto por garantizar en algo la educación a los niños y jóvenes vichadenses.
Esta crisis del Covid-19 dejó una vez más en evidencia que las escuelas ni las familias del departamento tienen los recursos necesarios para garantizar en lo mínimo los aprendizajes de los estudiantes, menos aún apoyados en herramientas tecnológicas. Definitivamente todo nos llega tarde.
Esta dura realidad nos invita a que como sociedad, pensemos seriamente que la educación en Colombia y en nuestro departamento, requiere que le demos la importancia que se merece, ya es hora de dejar de estigmatizar y criticar a los maestros, llamándolos vagos, comunistas, entre otras descalificaciones, cuando salen a las calles a protestar y a exigir a los gobiernos de turno más dinero para la educación, porque las escuelas no se dotan con buenas intenciones. Para hacerlo se requiere dinero público, para que los maestros puedan ser formados constantemente, que los niños tengan computadores, servicio de internet, aulas en condiciones dignas, implementos deportivos, etc. Para que todos cuenten con las condiciones básicas que contribuyan a aprendizajes efectivos y pertinentes.
También es necesario que los gobiernos nacional, regional y local, tengan una mayor sensibilidad social, representada en voluntad política para aumentar la inversión social, representada en proyectos de conectividad digital a bajo costo para los estratos menos favorecidos y tarifas justas para quienes tienen mejores condiciones económicas, mejores servicios públicos y escuelas mejor dotadas.
Finalmente, los maestros también tenemos la responsabilidad de formarnos permanentemente de manera autónoma, ser innovadores permanentes para descubrir nuevas formas metodológicas y didácticas para que los estudiantes aprendan lo que realmente deben aprender, involucrando diferentes herramientas tecnológicas. La responsabilidad es de todos.
Unidos todos en este propósito, porque la educación es el camino.