Diana Pineda, una guainiana de corazón y magia nativa
Recuerdo cuando llegué a este rincón de selva. Una mañana del 5 de junio de 1995, de paseo, y solo por quince días.
Como si fueran playas de arenas movedizas, las vías totalmente cubiertas de polvo que conducían al centro, hacían desaparecer mis zapatos con cada paso, a la vez que los llenaban de más fuerza para seguir descubriendo y saboreando este nuevo episodio que la vida me ponía enfrente, caminando con toda la vehemencia que a mis 22 años tenía por la aventura, para conocer nuevas historias, nuevas culturas.
Al caer la tarde, me refugiaba ensimismada en un lugar solitario del puerto escuchando a Silvio Rodríguez con mis auriculares, viendo los atardeceres de embrujo, mientras el sabor del ajicero y la yucuta hacían lo propio y dejaban su huella adictiva más en el alma que en mis papilas gustativas, el destino empezó a dibujar su mapa inevitable. No había vuelta atrás, ya había tomado agua de río; y lo que inició como un corto paseo empezó a vislumbrarse como una prolongada estadía en lo que yo llamaba un remanso de paz perfecto para reescribir una nueva historia.
En principio busqué vincularme como docente, pero por cosas que se armaron solas, terminé trabajando con mi hermano en nuestro propio taller de aluminio arquitectónico. Fue una experiencia muy enriquecedora. Llenaba todas mis expectativas y mi sueño de trabajar como independiente, ser un alma libre con tiempo y espacio para crear: para ser yo misma; sin anclajes de ninguna índole.
Pero como la vida nos reta, y el destino es necio, los avatares me llevarían contra todo pronóstico a hacer algo que nunca imagine, cumplir horario y ser empleada en una oficina. Por aquello de cubrir una licencia, – ¡solo por quince días! -, fue mi última palabra. Como si aún no entendiera que no se trataba de hacer planes, sino de aprender a bailar al son que la vida tocara. Así que terminé sentada por veinte años detrás de un escritorio en la notaria única de Inírida. Fue una experiencia muy edificadora, de la cual no solo me quedó un gran aprendizaje, sino una familia de por vida.
Esta etapa término en 2018, como es natural me dejo en un limbo, aun cuando estaba de nuevo frente a la oportunidad soñada de emprender en alguna idea independiente, y de retomar esa pasión relegada durante 20 años a un segundo plano, ser una artesana o una artista, una creadora de ideas y de tejidos.
Llena de nuevos aires, pude reiniciar ese camino. Con el apoyo incondicional de Leonardo, mi esposo, empecé por habilitar mi propio taller, dotarme de herramientas y materiales que me permitieran explorar diseños y creaciones con mis manos. Estos dos años han sido un reencuentro maravilloso con la Diana que se quedó en aquella dirección que no tomé, en aquella esquina que olía a viento y a libertad. La sensación de levantarme y venir al taller con una taza de café a iniciar un día siempre nuevo, siempre distinto, siempre prometedor, un espacio sin límites para sentirme yo misma, un laboratorio experimental que se alimenta también de los sueños de los amigos.
Así nació Magia Nativa, un emprendimiento de creación de productos hechos a mano, con residuos orgánicos y materias primas naturales, que mediante un proceso Upcycling creativo transforma estos elementos en productos eco – friendly con matices interculturales.
Como por arte de magia empezaron a llegar al taller, personas llenas de talentos, artesanos, proveedores de materias primas, pintores y creadores. Tal es el caso de Iván Yepes y Gilbert Vargas, dos jóvenes indígenas de la etnia Sikuani con un gran talento para la pintura. Con ellos empezamos a pintar diversidad de cuadros con conceptos étnicos, y a fusionar el arte étnico con elementos de expresiones culturales foráneos dando así un matiz intercultural a las creaciones, entre otras: utensilios de oficina con técnicas rupestres y sombreros decorados con pintura de la avifauna amazónica. Al combinar todos estos elementos se buscó significar la importancia de la naturaleza, la historia de sus pobladores y desde luego resaltar la ancestralidad.
En enero del presente año, con miras a participar en la Feria de Mercados Verdes Expomalocas 2020, en alianza con Akayú en el laboratorio experimental Magia Nativa, se realizaron creaciones artesanales en figuras de móviles, atrapa sueños y cuadros decorativos con residuos orgánicos, materias primas naturales y emblemáticas experimentación con como la flor de Inírida seca o de pos cosecha.
Una de las líneas que más nos ocupa es trabajar en recuperar las técnicas en desuso, volver a nuestras raíces, buscar los tintes y las formas naturales de extraerlos, fortalecer el conocimiento de la cultura, de la historia, de la identidad, crear una cadena de valor en la cual participen desde quien provee la materia prima que tradicionalmente se ha obtenido del bosque tropical húmedo, hasta quien diseña y produce la artesanía, y en la cual se generen ingresos tanto para los sabedores, como los artesanos y artistas del departamento del Guainía.
A raíz del aislamiento preventivo por el Covid-19, y ante la falta de turismo y visitantes que se interesaran por nuestros diseños, Magia Nativa también se ha reinventado en tiempos de pandemia, hemos diseñado una línea de kit de regalo de bioseguridad, llenos de encanto. Un amigo con su familia, elabora las cajas y empaques artesanales, con materiales ecológicos. En el taller se arman y empacan los kit que se venden voz a voz entre amigos y en las redes sociales.
En el terreno digital, contamos con el dominio www.maginanativa.com y se está comenzando con el desarrollo de un sitio web que será la presencia en el ciberespacio de Magia Nativa. Así como la construcción de la fan page https://web.facebook.com/magianativaguainia en la cual pretendemos tener la tienda virtual para vender los diseños y productos asociados a nuestra cadena de valor.
Guainía para mí es un lugar perfecto. Es magia nativa, olor a manigua y embrujo, es encanto verde, diría que encontré un hogar. Guainía nos ha dado amor, encanto, familia, amigos, aire limpio, agua viva y paisajes maravillosos. La forma de corresponder a tanto es cuidando este verde, evitando contaminar, reducir el consumo de plásticos y siendo respetuosos con el medio ambiente.