Clamor por la educación superior: ¡Vichada Existe!

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Por: Yidis Gahona

Desde muy chico, Juanito ha soñado con viajar, con conocer otras culturas y hasta con explorar otros mundos; no obstante, vive en Puerto Carreño y a diario se estrella con el hecho de que las dificultades económicas lo encierran, lo desconectan y le recuerdan que tendrá que batallar muy duro si quiere marcar la diferencia en su contexto. Las mismas limitaciones las experimenta cualquier joven en un barrio humilde de Bogotá, Medellín o Cali; pero en estas ciudades, por lo menos, se accede a energía eléctrica, internet, agua potable y universidades públicas en las cuales competir por un espacio.

Como Juanito, existen aproximadamente, 636 jóvenes que en el 2023 terminaron su educación secundaria en el departamento del Vichada. Muchos anhelan ir a la universidad y construir una carrera profesional para, con esto, contribuir en que sus padres superen necesidades en muchos órdenes, dentro de las que se cuentan la de terminar de adecuar la casa en la que viven, comprar los medicamentos que requieren para tratar sus enfermedades y hasta adquirir nuevos electrodomésticos que les hagan más llevadero el calor. En una vía similar, Juanito anhelará apoyar a sus hermanos menores para que puedan escapar a muchas de esas cárceles que les impone el lugar en el que nacieron.

Podemos acostumbrarnos a estas crudas historias y a la frustración permanente de nuestros bachilleres. O, por el contrario, tomarnos en serio el futuro de los jóvenes vichadenses. En primer lugar, hay que mostrar que 16.523 personas entre 18 y 29 años ni estudian ni tienen trabajo formal y, por otra parte, exigir que las autoridades locales y los representantes a la Cámara empleen sus lugares para materializar la garantía del derecho que todos tenemos de educarnos.

La invitación a quienes hoy dirigen el Vichada, así como al Gobierno nacional, nos ha de llevar a no desfallecer en la insistencia de que se comprenda la gravedad de lo aquí expuesto. En consecuencia, hemos de ser incómodos, tal como lo es el zumbido de un zancudo en el oído. Además, motivar el fortalecimiento de las opciones – que ofrece la Universidad Nacional de Colombia – para acceder a la educación superior, como el PEAMA (Programa Especial de Admisión y Movilidad Académica), el PAES (Programa de Admisión Especial para Comunidades Indígenas) y el PAET (Programa de Admisión Especial con Enfoque Territorial).

Vichada merece una universidad pública, con infraestructura para la educación presencial, que se convierta en un polo que dinamice la permanencia de los jóvenes en el departamento, el desarrollo de profesiones acordes a las necesidades del territorio y la presencia de discusiones para el avance de la Orinoquia.

La tarea que nos hemos fijado como colectivo ¡Vichada existe! es la de hacer un llamado permanente a reconocer el olvido al que nos han condenado, pero al mismo tiempo, a tomar acciones urgentes, ya que solo nosotros podemos salvarnos del conformismo y la marginalidad con la que hemos vivido.

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