Así funciona la máquina de hielo que investigadores de la UNAL fabricaron para beneficiar a pescadores de Vichada
Si el pescado que se comercializa no se refrigera, después de horas de ser obtenido comienza a descomponerse. Ese riesgo corrían los pescadores que navegan unos 100 km por el río Meta para comprar, en Puerto Carreño, bloques de hielo que les duraran hasta dos días y así pudiesen conservar los productos que debían vender en pocas horas, incluso a precios más bajos de lo que realmente cuestan.
Así lo cuenta Alejandro Fula Rojas, profesor del Departamento de Procesos y Energía de la Facultad de Minas de la UNAL Medellín, creador del Semillero de Transición Energética y Micro-cogeneración, y director del equipo desarrollador de la máquina de hielo, que surgió para aprovechar energías renovables y ubicar un congelador de 500W con paneles solares capaces de generar hasta 2kW para almacenamiento.
La iniciativa fue apoyada por la Asociación Colombo-Francesa de Investigadores (Colifri), e inició en 2018 con un rubro de 20 millones de pesos y evolucionó en condiciones y presupuesto. “Cuando hablamos con gente que hacía parte de asociaciones de pesca nos cambió completamente el panorama”, afirma el docente. En total costó mas de 150 millones, dinero aportado por Fonds de solidarité pour les projets innovants (FSPI).
Tras un estudio con pobladores de la zona los investigadores trabajaron para poner la máquina a producir 115 kilos de hielo, cantidad que requieren diariamente varios equipos de pesca que capturan entre 10 y 15 kilos de pescado al día.
El proyecto se comenzó a desarrollar en Bogotá en 2020 y debido a la pandemia se tuvo que parar hasta agosto de ese año. En la construcción participaron también miembros del Grupo de Investigación en Máquinas y Sistemas Eléctricos del Departamento de Ingeniería Eléctrica y Electrónica de la UNAL de esa ciudad.
Aprovechamiento de la radiación solar
La máquina de hielo usó un contenedor marítimo de 20 pies y, aunque el proceso de trasladar el aparato a Puerto Murillo fue engorroso, se llevó a cabo con éxito. Una vez estuvo ubicado, lo que se hizo, explica el docente, fue producir energía a través de paneles fotovoltaicos ubicados en un techo abatible capaz de girar unos 30° para recibir la radiación solar y producir hasta 6.8kWp durante tres horas y media al día.
La máquina y otros equipos ubicados en el contendor consumen máximo 3,6 kw de energía, explica el profesor Fula, y el resto va a 24 baterías empleadas para producir hielo durante unas cuatro horas después de que el sol se oculta. El aparato se ubicó estratégicamente teniendo en cuenta que, a 147 km de Puerto Carreño hacia el occidente, navegando por el Meta, hay una zona rica en peces.
Facilitar condiciones
De acuerdo con el profesor Fula Rojas producir hielo no es económico por el proceso de generación de frío mediante el ciclo de compresión de vapor que se requiere, altamente consumidor de energía. En Puerto Carreño el costo de un kilo de hielo, dice, es de unos mil pesos, precio no rentable para los comercializadores de pescado en la zona de Puerto Murillo.
“Como el hielo era tan escaso, la persona que pescaba prácticamente vendía el kilo a 6.000 o menos. Entre más tiempo pasaba, estaba más contra la pared y debía regalar su trabajo. Ahora pueden llevar el pescado más lejos, e incluso hacer convenios con restaurantes o llevarlo a Puerto Carreño con hielo barato y tener cinco o seis horas más para negociar”, cuenta. El hielo en Puerto Murillo se vende a $500 por kilogramo.
Además de elaborada, la máquina fue probada en Bogotá, una ciudad cuya temperatura promedio es de 16°C y donde se produjeron unos 500 kilos diarios. En Puerto Murillo, que puede alcanzar los 40°C aproximadamente, la producción decae a 120kg por ocho horas diarias, lo que se genera actualmente.
Otros datos y aportes
Lamáquina de hacer hielo también funciona como un pequeño laboratorio que entrega información, permite saber cuál es el consumo de energía, el rendimiento de los paneles e incluso facilita análisis climatológicos gracias a los patrones de predicción, según el profesor Fula Rojas.
Adicionalmente, asegura, “verificar si el calor afecta la producción de hielo, medir el beneficio de orientar el techo en tres posiciones y si el enfriamiento evaporativo instalado presenta algún beneficio más allá del enfriamiento por convección natural o forzada”.
La máquina de hacer hielo ha resultado un éxito y la comunidad se ha apropiado de ella. El profesor Fula Rojas recuerda una anécdota del momento en el que fue puesta en funcionamiento: “la gente estaba comprando (hielo) para la casa. Estaban felices porque por fin tendrían una bebida fría o podrían almacenar la carne durante más de dos días”.
La satisfacción de construir la máquina no ha sido solo para los pescadores sino también para los investigadores, que además de maravillarse por posibilidad de crear este aporte, lo han hecho por el compromiso de quienes trabajaron en ella, algunos como voluntarios.
“Es un intangible que tiene la Universidad. La gente quiere ayudar, está ahí e incluso en pandemia dice: ¿qué hay que hacer? Sin ellos no hubiera sido posible”, manifiesta el docente. Ese, celebra, además de incentivar el pensamiento crítico, es uno de los aciertos de la UNAL.