¿A quién beneficia la propuesta de reforma tributaria del gobierno Duque?

Por: Yidis Jesús Gahona Rodríguez 
Administrador de Empresas – Profesional en Gestión Cultural y Comunicativa 
Especialista en Gestión Cultural y Políticas Culturales 
Estudiante Maestría en Sociología 
Universidad Nacional de Colombia

El inicio del 2020, como el de todos los años, fue para la mayoría de colombianos (as) de júbilo, de proyección de expectativas y de promesas de cambio frente a las situaciones difíciles que dejaba el 2019. Además, en todos los municipios del país se estrenaban gobernantes y nuevos rumbos económicos y políticos se presagiaban para Colombia, por parte de importantes entidades internacionales como el Banco Mundial.

Pero la pandemia por la COVID–19 nos tomó por sorpresa y desnudó nuestros viejos conocidos problemas de pobreza, desigualdad, desempleo y falta de garantía de derechos como el de la salud. Los mandatarios recién electos poco pudieron – o quisieron – hacer para encarar la crisis que llevó a que el 2020 fuera el peor año de la economía colombiana en toda su historia. Pequeñas empresas y negocios en las grandes ciudades cerraron, lo que repercutió en el incremento de la tasa de desocupación, la falta de ingresos y el empobrecimiento de muchas más personas. En este contexto solo unos pocos ganaron, por ejemplo, los bancos que tuvieron cuatro billones de utilidades.

En 2021 todavía nos acompañan la pandemia y la crisis económica, ante lo cual el gobierno de Iván Duque, en cabeza del ministro de Hacienda Carrasquilla (quien ni siquiera sabe cuánto cuesta una docena de huevos, pues en entrevista con la periodista Vicky Dávila contestó que costaba $1.800), le propuso al Congreso la aprobación de una inconveniente reforma tributaria. Esta iniciativa es nefasta para la mayor parte de los habitantes del país porque abre la posibilidad de crear peajes al interior de las ciudades capitales, de que pensionados con ingresos superiores a 4,8 millones de pesos tenga que pagar impuestos. Sobre esto último, lo justo sería que pagaran quienes reciben mesadas superiores a $10.000.000.

Servicios públicos como el agua, la electricidad, el gas y bienes como computadores, celulares, neumáticos, motores fuera de borda, ladrillos, guadañadoras tendrán un impuesto del 19% de su valor, y lo más dramático es que, alimentos básicos en la dieta de los colombianos como la carne, el pollo, el pescado, la leche, los huevos, el queso y bebidas como la cerveza igualmente tendrán que pagar un IVA del 19%.

No es un secreto que lo anterior impactará fuertemente nuestros bolsillos, pues limitará la capacidad adquisitiva, profundizando la desigualdad, incrementando la pobreza y estableciendo serios inconvenientes en la alimentación diaria.

En lugar de afectar a la clase trabajadora, el Gobierno debería fijarle más impuestos a quienes más ganan y tienen más dinero en nuestro país. Al mismo tiempo, no tendría por qué establecer sus prioridades en la compra de aviones de guerra por valor de 14 billones de pesos, en momentos de déficit fiscal. Y la mayor apuesta que debería caracterizar a la Presidencia y al Congreso sería garantizar un ingreso mínimo digno (renta básica) a quienes hoy más lo necesitan.

¡Yo digo NO a esta Reforma Tributaria! ¿Y tú?

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